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Por Brenda Macías
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La preocupación por el avance del neoconservadurismo en el ámbito social y político en la América Nuestra –especialmente en la confrontación con los conceptos de género y el lenguaje- es un tema de debate creciente. Me parece de vital importancia discutir sobre esto en medios de comunicación –tradicionales y digitales.

Las ideas feministas que apoyan el no binarismo y el uso del lenguaje incluyente no sexista adquieren una relevancia especial –no solo como una respuesta a la resistencia neoconservadora–, sino como un medio para promover una sociedad más igualitaria.

Creo que el lenguaje incluyente no sexista no es una cuestión de moda o de corrección política; es una herramienta poderosa que desafía la hegemonía del patriarcado, ese lastre que históricamente ha moldeado nuestra percepción del mundo a través de unas lentes binarias, falocéntricas y masculinas que lo atraviesan todo. 

Al cuestionar y expandir el lenguaje, desafiamos la norma establecida y abrimos camino a una mayor visibilidad y al reconocimiento de las experiencias y existencias que han sido marginadas o invisibilizadas como la población LGBTIQ++++. Esto lo he pensado con mis pares académicas: Hortensia Moreno, Alejandra Tapia y Modesta García, del Centro de Investigaciones de Género de la UNAM, quienes han estado involucradas en la publicación Antimanual de la lengua española. Para un lenguaje no sexista (2022). Un material bibliográfico que no me cansaré de citar aquí y en otros espacios. Cada vez que pueda escribir en medios lo traeré a colación.

Gracias a estas publicaciones, desde una perspectiva feminista trans incluyente, es fundamental integrar el lenguaje no binario en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo la educación básica. Esta inclusión no solo abre camino a las actuales y futuras generaciones en la aceptación y el respeto por las diversidades, sino que sirve como un acto de resistencia contra las prácticas lingüísticas y sociales hegemónicas que perpetúan la subordinación de las mujeres, las personas trans, no binarias, otras subjetividades feminizadas y existencias que no han sido ni siquiera nombradas.

Hoy más que nunca creo que el uso del lenguaje incluyente no debe verse como un obstáculo para la comunicación, sino como una expansión de nuestra lengua y una forma de enriquecer las interacciones sociales. Al nombrar y reconocer explícitamente las diversidades y experiencias, no sólo afirmamos su existencia, sino que desafiamos las estructuras de poder que buscan mantener ciertas normas y exclusiones.

Escribir desde la rabia

Quiero recalcar que esta columna la escribo desde la rabia ante la muerte violenta de Jesús Ociel Baena, le primere magistrade no binarie del Tribunal Electoral del Estado de Aguascalientes. Su aseinato es un recordatorio trágico de los problemas que enfrentan las personas que viven en los márgenes de las normativas de género impuestas por el pensamiento heteronormado. Este evento subraya la urgencia de seguir luchando por un mundo en el que quepan otros mundos –como bien dicen las zapatistas– un mundo donde todas las existencias, incluidas las periféricas, sean reconocidas y valoradas.

Desde los feminismos trans incluyentes es esencial continuar –a fuerza de palabras, columnas de opinión, canciones, notas, reportajes, artículos, pronunciamientos, marchas, con uñas y dientes– con la defensa y la difusión del lenguaje incluyente no sexista y el no binarismo. 

Estoy segura que estos esfuerzos –pequeños o grandes– desmantelan –poco a poco– las normas y las estructuras patriarcales y construyen un camino hacia una sociedad más justa e igualitaria, donde todas las personas, independientemente de su identidad de género o expresión puedan ser y estar  libremente. 

No quiero vivir en un país donde la expresión de género nos cueste la vida. 

Hasta la próxima.

✍🏻
@brendamargotms

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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