El agua: nuestra historia y lucha común para el futuro

Los líderes deben examinar atentamente cómo se está utilizando y conservando el agua para garantizar que haya un abastecimiento suficiente para satisfacer las demandas actuales y futuras.

El agua: nuestra historia y lucha común para el futuro
Por Cecily Fasanella*

En un mundo cada vez más interconectado, muchos políticos reconocen la necesidad de fomentar la colaboración entre México y Estados Unidos.

En reuniones de alto nivel como la Cumbre de Líderes de América del Norte los gobiernos de estos tres países han subrayado la importancia de la cooperación en cuestiones relacionadas con el comercio, la seguridad y la migración. Si bien, el cambio climático está empezando a recibir más atención a nivel nacional, uno de los problemas medioambientales más importantes para México y Estados Unidos es poco reconocido: el manejo del agua.

Mientras los dos países enfrentan sequías históricas y los expertos luchan por llamar la atención sobre los retos que se acercan, 2023 es el año para actuar. La política hídrica binacional y el uso del agua en la región fronteriza deben ser objeto de atención nacional en Estados Unidos y México. Los líderes deben examinar atentamente cómo se está utilizando y conservando el agua para garantizar que haya un abastecimiento suficiente para satisfacer las demandas actuales y futuras.

Nuestros recursos comunes y gestión compartido

Desde diciembre del 2022, los 10 estados fronterizos entre México y EU han sufrido una escasez de agua que se ha calificado en nivel anormalmente seco en algunas zonas y severo en otras. Esto se deriva de las sequías del Río Colorado y del Río Bravo, dos fuentes de agua clave para la región fronteriza y para los dos países en general. Muchos estados fronterizos ya están más conscientes de lo interconectados que están los recursos hídricos entre los dos países y la escasez que existe de ellos. Los nuevoleoneses, por ejemplo, recordarán 2022 como el año de la peor crisis hídrica de los últimos 30 años, en la que los más afectados fueron los residentes de algunos de los barrios más pobres del estado, los cuales muchos se quedaron sin agua corriente durante una semana.

Durante casi 80 años, el reparto de las aguas de los ríos Colorado y Bravo se ha regido por la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos (CILA) y el marco jurídico plasmado en el Tratado de Aguas de 1944.  Establecida en 1889, la CILA es una organización internacional responsable de implementar los tratados relacionados con los sobre límites y aguas comunes en México y Estados Unidos. Cada país tiene su propia sección con sus comisionados, ingenieros principales, asesores legales, y secretarios.

Según el tratado de 1944, Estados Unidos tiene que entregar cada año a México 1.850.234.000 metros cúbicos de agua del Río Colorado. Por su parte, México tiene que entregar a EU 431.721.000 metros cúbicos de agua al año (medidos en ciclos de cinco años) proveniente del Río Bravo. Hasta los noventas y los principios del siglo 21, la mayoría de las entregas de agua entre los dos países eran confiables, y las disputas por el agua se resolvían con cierta frecuencia. Desde entonces, el cumplimiento del acuerdo se ha enfrentado numerosos problemas, entre los que destacan las manifestaciones de los agricultores de Chihuahua en 2020 por la entrega del agua a Estados Unidos durante un periodo de grave sequía.

La CILA y los dos gobiernos nacionales han trabajado de una manera creativa y diplomática para fortalecer la política hídrica binacional y resolver este tipo de disputas a través del uso de Actas, o medidas legales que proporcionan pautas sobre la interpretación y aplicación de los tratados. Por ejemplo, la disputa de Chihuahua se resolvió con el Acta 325, que estableció una transferencia especial de agua para acabar con el déficit que México le debía a Estados Unidos. También, Estados Unidos acordó establecer disposiciones para unas potenciales transferencias de agua a México en caso de que México no pudiera cubrir las necesidades domésticas y municipales de sus poblaciones tras la transferencia especial.  Por último, la Acta 325 estableció el objetivo de desarrollar una nueva Acta antes de diciembre de 2023 para mejorar la predictibilidad y confiabilidad con respecto a las entregas de agua del Río Bravo.

Aunque la CILA y los dos gobiernos están trabajando para lograr este objetivo a través de continuas discusiones e inversiones en los proyectos de conservación del agua tanto en el Río Colorado como en el Río Bravo, todavía existen retos con los recursos hídricos binacionales. En diciembre de 2022, la CILA publicó una comunicado de prensa, "Las condiciones de escasez en la cuenca del Río Colorado continúan agravándose", en el que afirmó que el funcionamiento de las presas del río, y por lo tanto el abastecimiento de todos los usos del agua en ambos países, es cada vez más preocupante.

La organización ha declarado en varias ocasiones que la región está sufriendo la peor sequía en los 114 años de su historia. Este mensaje demuestra la necesidad de mantener un diálogo abierto, promover investigaciones continuas y desarrollar políticas públicas bien pensadas.

Nuestros retos y oportunidades comunes

Los ciudadanos de la región fronteriza, sobre todo los que viven en la pobreza, han sido los más afectados por las sequías, pero no serán los únicos si no se toman acciones climáticas. La prosperidad de la región fronteriza está intrínsecamente ligada a la prosperidad de los dos países en su conjunto. El crecimiento de la población y las demandas económicas en la región fronteriza muestran la necesidad de prestar mayor atención a la política hídrica binacional.

Las ciudades y pueblos del norte de México y del sur y suroeste de Estados Unidos tienen algunas de las tasas de crecimiento demográfico más rápidas de sus dos países, respectivamente. Muchas ciudades de esta región son citadas a menudo por su competitividad económica a nivel nacional.

La importancia de las industrias agrícolas de los estados fronterizos es inmensa: sus frutas, verduras y ganado sustentan a las dos naciones. Los estados de Chihuahua, Texas y California se encuentran entre los cinco principales productores agrícolas de cada país.

La región de San Quintín, en el estado de Baja California, también tiene una gran importancia, sobre todo en la industria agrícola de exportación de México.

El consumo de agua de la industria agrícola es enorme. Tanto en México como en Estados Unidos, la agricultura representa más del 75% del consumo total de agua. En algunos lugares de México, el uso del agua por parte de la industria agrícola orientada a la exportación ha provocado tensiones y frustraciones, ya que los residentes de barrios con escasez de agua sienten que se ha dado prioridad a las demandas extranjeras y empresariales por encima de sus necesidades básicas. Aunque se ha recurrido a la tecnología para aliviar en parte esta presión sobre los recursos - por ejemplo, la desalinización en San Quintín - tanto Estados Unidos como México deben estudiar, entender y atender mejor el uso y el acceso al agua.

Nuestras soluciones comunes

Así como nuestros países comparten ríos, también deben compartir soluciones. Como la CILA indicó en su comunicado de prensa en diciembre, el momento de encontrar soluciones innovadoras es ahora, y esto sólo puede hacerse con la atención y la participación nacional. Para combatir los efectos del cambio climático, México y Estados Unidos deben promulgar una política bilateral del agua que incluya un diálogo abierto, investigaciones continuas y la toma de decisiones contundentes.

Antes que nada, se debe consultar a las comunidades fronterizas, en particular a las que han tenido dificultades para acceder al agua, sobre sus necesidades y deseos en cuanto al uso regional del agua. De igual manera, será esencial entablar conversaciones con diversos sectores interesados para conocer las mejores prácticas y las nuevas tecnologías que existen en materia de uso y conservación del agua. Además, esto contribuirá a una mayor entendimiento de las similitudes y las diferencias en las prioridades de cada grupo. Se debe seguir financiando las investigaciones científicas que demuestran cómo utilizamos las aguas del Río Colorado, Río Bravo y la región fronteriza en general. Por último, los dos gobiernos deben examinar seriamente la política y las prácticas existentes para analizar si hay áreas adicionales en las que se puedan lograr compromisos. Este será un proceso difícil que probablemente traerá nuevas fuentes de agua y nuevas voces a conversaciones que suelen ser complicadas, pero será necesario para abordar uno de los mayores retos científicos y diplomáticos del mundo.

*Cecily Fasanella es coordinadora de Programas del Instituto México del Woodrow Wilson International Center for Scholars. Produce y apoya investigaciones sobre una variedad de temas relacionados con México, las relaciones México-Estados Unidos y el hemisferio en general.
@CecilyFasanella

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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