En el nombre de Dios o... la víctima revictimizada

Por ahora debiéramos, todos, TODOS, encender nuestras propias veladoras para dar luz a los necesitados, para compartir y multiplicarles el pan y el vino.

En el nombre de Dios o... la víctima revictimizada
Claudia Pérez Atamoros

Por Claudia Pérez Atamoros
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Estoy a punto de sentarme a disfrutar de mi sagrado café matutino. Le pido a Alexa que sintonice las noticias. Tengo que martirizarme con la información diaria. Escucho un comercial que me deja mal sabor de boca, tanto que la dulce acidez de mi café se torna amargo . Es un spot del doctor Simi en el que pide a los damnificados por el huracán Otis “aceptación, resignación y que ofrezcan a Dios su sufrimiento”. El oprobio es más que obvio.

No dejo de reconocer que el doctor Simi ha sido, de alguna manera y tal vez de muchas, la única opción digna para un gran porcentaje de mexicanos cuyo acceso a la salud solo ha sido posible a través de sus farmacias y consultorios médicos. Incluso hay que aplaudir la rápida distribución de despensas a la población tan necesitada tras el atroz fenómeno climatológico, casi sin precedente que asoló a Acapulco. Con absoluto respeto a las religiones (aunque no andaba tan errado aquel que dijo que son el opio del pueblo) pienso que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. ¡Por dios!

EXPIAR CULPAS

No pude dejar de recordar aquella mañanera del 2020 en la que el presidente López Obrador mostró una estampita religiosa y decretó que era suficiente con levantarla y decir las palabras mágicas “detente” para que el covid no dañara al pueblo de México. El mismo presidente que ahora, de nuevo y como siempre, denosta el trabajo periodístico y generaliza la descalificación a todo un gremio, el mismo que ningunea el número de muertos, el mismo que se niega a aceptar que su gobierno “está salado” y en muchos aspectos fracasado. El mismo que ahora se victimiza y revictimiza. Así lo ve él, así lo siente, así se revictimiza cada mañana. No he oído mejor frase que aquella que pronunció la tarde de antier Azucena Uresti: “el presidente Lopéz Obrador es la principal víctima del huracán Otis”. No los damnificados, no los muertos, ¡no!, ¡ni lo mande Dios!

HACER LAS COSAS COMO DIOS MANDA

Ayer se anunció el presupuesto para la reconstrucción del arrasado Acapulco. 61 mil 313 millones de pesos o 3 mil 432 millones de dólares.

¿Bastará ese diezmo gubernamental? ¡Claro que no!

Urge una labor evangelizadora entre el poderío privado del país para que aumenten sus donaciones en busca de la salvación de sus fortunas y de Acapulco. Los siervos de la nación deben (sí, como obligación), censar a cada familia acapulqueña, realizar su kerigma con absoluta pasión para que estas agradezcan luego, al presidente más democrático en la historia de la nación, con su voto devoto y puntual.

Más de siete mil hectáreas de construcciones dañadas, en un sitio turístico de primera elección y que en la recién terminada temporada de verano 2023 tuvo una derrama económica de 8 mil millones de pesos y 1.2 millones de turistas.

En donde habitan más de 779 mil almas de las cuales un 52.3% son mujeres y 47.7 % hombres y según confiesa el CONEVAL de ellas, 394 mil 861 vivían en situación de pobreza (utilizo el pasado porque al momento ignoramos si superviven o ahora sobrevivirán en extrema pobreza -aplica el dicho aquel de “éramos muchos y parió la abuela”-) en poco más de 360 comunidades rurales cuyo alimento cotidiano era tortilla, agua, chile y sal y cuyos nombres no pueden ser más proféticos: Salsipuedes o Agua de perro...

YA MAÑANA DIOS DIRÁ

Me parece oír a los profetas que no pudieron, se dice, profetizar tal evolución de Otis. Cómo a leguas se ve que no leyeron el evangelio que dejó escrito Patricia en 2015. Hubiera bastado poner atención a las lecturas para entender que sí había precedentes, que Patricia había golpeado con furia divina a las costas del Pacífico: a Colima, a Jalisco y Nayarit. En menos de 24 horas se transformó de ser un ángel tormentoso tropical en un demonio destructor de la peor calaña, la del cinco; incluso se llegó a describir como categoría cinco plus, sí sí, como las tallas extragrandes...

Los registros están escritos en piedra. La piedra filosofal del internet. Ahí estaban antes de Otis, ahí siguen después de Otis. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Rezan ahora titulares “Otis, un huracán sin precedentes”... Clara se ve la indiferencia, la ignorancia y a los borregos balar. Pero hay que trasquilarlos aunque sean corderos del señor. Hagámoslo pero con sapiencia, esa que nos recomendó el ex gobernador veracruzano Javier Duarte al ser aprehendido: “...hay que tener paciencia, prudencia y verbal continencia”...

En 2015 el portal bbc.com consignó : “Patricia se transformó de ser una conglomeración de tormentas eléctricas poco organizadas a uno de los sistemas más fuertes y perversos del planeta... en menos de 10 horas pasó de ser categoría 1 a 5, algo extraordinario...”, según el Centro Nacional de Huracanes de EE.UU.; mientras que el entonces director de la Comisión Nacional del Agua advertía en nuestro país que “ Patricia puede ser el más intenso huracán que haya existido y del cual se tenga registro con consecuencias potencialmente catastróficas...”

EN EL NOMBRE DE DIOS

Y, ¿qué creen que hicieron las autoridades divinas de entonces?

La Secretaría de Gobernación declaró estado de emergencia extraordinaria en los tres estados del Pacífico mexicano. Ordenó la evacuación inmediata de más de 50 mil “cristianos” de las zonas costeras y se cerraron los puertos. Se tuvieron alrededor de 20 horas para actuar. Se destinaron 460 millones de dólares para la reconstrucción.

Con Otis se redujo a 12 cierto, ciertísimo pero hubiera sido suficiente si se hubieran hecho las cosas como dios manda. Un seguimiento puntual y comparativo. 12 horas hubieran servido de alerta para por lo menos buscar refugio y no para hablarle al capitán de los yates para decirles algo así “capi por ahí le encargo mi yate, cuídalo durante el huracán, y te deposito un milagro extra”.

Nadie previó la magnitud y eso es criminal. Un pecado sin perdón.

LA MORTIFICACIÓN Y EL CILICIO

 No hay dinero ni mortificación que alcancen, de momento, a reconfortar las necesidades corpóreas y muy humanas de tanto compatriota nuestro que está viviendo el peor de los calvarios. No creo que se esté magnificando el daño y sí minimizando. 

No hay plegaria ni ruego que alcance para callar a los infames y descreídos que rezan por doquier que no se done. No hay peor vileza que escudarse en la desconfianza. Ya tendrán tiempo de usar cilicios contra quienes no profesan el mismo credo. Incluso de excomulgarlos.

Por ahora debiéramos, todos, TODOS, encender nuestras propias veladoras para dar luz a los necesitados, para compartir y multiplicarles el pan y el vino.

Donar. donar... y recorrer con ellos, en la medida de nuestras posibilidades, con la mayor pasión y cuidado, su vía crucis, el calvario que ni en 14 estaciones habrá terminado, porque se requerirán años para que Acapulco vibre con la misma intensidad.

Ellos sí son las verdaderas víctimas que tras perderlo todo por Otis ahora están en medio de una lucha política y una desinformación masiva propia de tiempos miserables y apocalípticos.

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@perezata

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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