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Por Cynthia Villarreal
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En estos días tendrá inicio la vigésimo octava conferencia de las partes (COP28) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28). Sin lugar a dudas, un evento crucial en el que los gobiernos del mundo se reúnen para negociar las acciones para enfrentar la amenaza del cambio climático a nivel global.

Ya desde que vemos qué es la COP28 podríamos reflexionar la efectividad de esta conferencia multilateral. 28 años en que se han reunido los gobiernos y vemos que el panorama mundial con respecto al cambio climático no es muy alentador. Clara y contundentemente los gobiernos del mundo no están haciendo lo suficiente ni tienen la ambición necesaria para estabilizar la temperatura del planeta en 1.5 grados, tal como lo establece el Acuerdo de París. De acuerdo con la última actualización de Climate Action Tracker, las políticas y acciones actuales nos llevarán a un aumento medio de la temperatura global de 2.8 grados centígrados. Esto es algo muy preocupante, particularmente si pensamos lo difícil que fue 2023 en términos de impactos del cambio climático.

A lo largo de los años, la COP se ha transformado no sólo en un espacio de negociaciones formales, sino en uno de encuentro de la sociedad civil, las universidades, el sector privado e incluso de los propios países que aprovechan la flexibilidad de la Zona Azul (zona designada durante las COPs para los pabellones de los países, las organizaciones y otros actores de todas las regiones de mundo) para discutir, acordar, vincular, planear las acciones en todos los niveles (local, regional, global).

Frente a la rigidez, formalidad y burocracia que enfrentan las negociaciones diplomáticas, este otro lado de la COP es el espacio donde la acción ocurre. Es por eso que resulta tan valioso que la sociedad participe en este encuentro mundial. No se trata de estar esperando en la puerta de los salones de negociación a esperar respuestas, sino un espacio dinámico donde catalizar la acción climática a nivel grassroots. Es en este espacio es en donde las universidades tienen una gran oportunidad de escuchar voces de todo el mundo y crear los vínculos necesarios para catalizar la acción climática. 

Como instituciones de educación superior tenemos una responsabilidad y un rol muy importante: ser ejemplo ante la sociedad y demostrar que la acción climática es posible. Podemos mostrar la coherencia y congruencia entre los discursos, las promesas y las buenas intenciones frente a la acción real. Mientras los gobiernos y el sector privado claramente aún no han alcanzado el nivel de ambición necesaria para enfrentar el cambio climático, las universidades, como pequeñas ciudades, podemos fungir como laboratorios vivientes. Ahí, en nuestros campus, podemos tener el nivel de ambición necesario, mostrar que es posible alcanzar la neutralidad de carbono, y sobre todo, alinearse a la ciencia para guiar la ambición y las acciones.

Además, nuestra responsabilidad se extiende fuera de las aulas. Debemos trabajar de la mano con la sociedad, identificando y apoyando en las áreas de atención más urgentes para enfrentar de mejor manera, la crisis climática que todos y todas las personas del planeta estamos viviendo.

De tal forma, el espacio de la COP es un lugar ideal para dialogar, para analizar la situación actual, para identificar áreas de oportunidad para enfrentar el cambio climático desde diversas aristas. Igualmente es el espacio donde las universidades muestran sus logros, sus avances en la acción climática, donde se vinculan con otros actores que aumentan el impacto a nivel regional e internacional. También es el espacio donde los jóvenes conocen, se empoderan e idean las soluciones que nos guiarán en el futuro.

Por todas las razones anteriores, es para el Tecnológico de Monterrey prioridad participar en la COP28. Nos vinculamos con universidades, con organizaciones internacionales y finalmente aportamos a catalizar la acción climática a través de la investigación, la educación, la vinculación y del intercambio de ideas de nuestros estudiantes.

Frente a las voces que actualmente cuestionan, con justa razón, la ineficacia, la falta de compromiso y ambición de los países que negocian diplomáticamente las acciones gubernamentales para enfrentar el cambio climático, no perdamos de vista este otro espacio, la Green Zone de la COP. Para cada vez más personas, expertos e incluso negociadores, esta zona es cada vez más importante, más relevante. Incluso, podría decir que es el futuro de los encuentros climáticos mundiales. Ahí donde la rigidez diplomática no frena el propio cometido que nos reunió: enfrentar con presteza el cambio climático. No olvidemos que ese es nuestro compromiso y es también aquí entre los actores de la sociedad civil mundial, donde está ocurriendo la acción climática actualmente.

* Cynthia Villarreal Muraira es licenciada en Comercio Internacional por el Tecnológico de Monterrey. Cuenta con una maestría en Políticas Públicas con concentración en Desarrollo Político y Económico por la Kennedy School de la Universidad de Harvard. Actualmente es directora de Desarrollo Sostenible y Vinculación del Tecnológico de Monterrey.

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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