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Por: Alessandra Carrascoza

Sin lugar a dudas, una de las principales barreras a la inclusión laboral y social de las personas migrantes y refugiadas es también, teóricamente, una de las más sencillas de resolver: los sesgos. Los prejuicios que sufren las personas en movilidad están comúnmente sujetadas a la falta de información, el desconocimiento que excluye.

“Son ilegales”, “aumentan la criminalidad por donde pasan”, “vienen para tomar el empleo de las personas locales”. Esas y tantas otras afirmaciones son derivadas de la desinformación que genera estigmas. Sabemos que parte de nuestra responsabilidad empresarial es llevar información, desmentir mitos y combatir sesgos con el simple hecho de compartir hechos y datos. ¿Y por qué? ¿Para qué ocuparnos de esos grupos?

Pongamos cifras a la situación mundial: ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, a finales del 2024, resaltó que el número de personas desplazadas de manera forzada en el mundo fue de más de 130 millones de personas, 8% más que en el 2022 y tres veces más que la última década. Entre las muchas razones por las que las personas piden refugio están la persecución, los conflictos, la violencia, violaciones de derechos humanos y eventos relacionados con el cambio climático. Este último no es menor, hoy en día ya contamos con más de 21 millones de personas que se mueven debido a afectaciones del cambio climático en sus vidas, dejándolas en extrema vulnerabilidad y necesidad de migrar.

Antes de tomar lados o suponer acerca de sus decisiones, necesitamos tener claro que, bajo estas condiciones, cada una de nosotras y cada uno de nosotros también decidiríamos salir de nuestro país en busca de una oportunidad para vivir de manera digna. Hacerlo consciente es importante para derrumbar el mito de que la inclusión de personas migrantes provoca un aumento de crímenes en los lugares por los que pasan. Revisamos varios estudios serios acerca del tema y, ¡no!, no existe una correlación entre migración y criminalidad. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo en el 2019 investigó a fondo los mitos de la migración con datos de Colombia, Perú y Chile y concluyó que la migración de las personas originarias de otros países —en ese caso, una olla migratoria de Venezuela— no provocó un aumento del crimen en la región, no se encontró relación alguna entre los fenómenos.

Otro mito común que escuchamos es el que dice que las personas migrantes vienen a quitarle el empleo a las personas locales. Tampoco es cierto. En México, por ejemplo, a pesar del aumento exponencial de las olas migratorias de los últimos años, la tasa de desempleo ha ido a la baja, de hecho para mayo del 2024 la tasa de desempleo llegó a 2.4%, una baja importante que demuestra que es viable encontrar empleo tanto para las personas locales como para personas migrantes y refugiadas, no hay competencia entre las poblaciones. En FEMSA ocurre lo mismo, entre los más de 16 mil empleos que abrimos de manera mensual, el 6% fueron ocupados por estas poblaciones, hay espacio para todas las personas.

Por citar uno más de los tantos mitos alrededor del tema, está el de que las personas migrantes tienen menor nivel educativo. ¿Por qué asumimos que la gente migrante y refugiada es menos letrada? Un estudio del BID, el Banco Interamericano para el Desarrollo, analiza la situación de la población migrante en 12 países latinoamericanos y muestra que, en 8 de los 12 países analizados, incluido México, la proporción de personas en edad productiva con alto nivel educativo es mayor que el de la población local.

Así como esos, existen muchos otros mitos que corren en nuestros países, y es por ello y con miras a seguir promoviendo la inclusión laboral de estas comunidades invitamos a que más empresas se unan a ese compromiso de combatir sesgos y abrir oportunidades para esos grupos. Dentro del mismo FEMSA encontramos que la tasa de rotación es entre cuatro y seis meses más baja entre migrantes en contrapunto al de personas locales; también somos afortunados de contar con la mirada distinta que cuestiona las maneras de actuar y permite creatividad, mejora de procesos y colaboración en el actuar de las personas locales sumada a las personas migrantes. No se trata de una acción de caridad, las sociedades, las empresas y las comunidades se benefician con abrir espacio a las personas migrantes.

Estamos conscientes de que no existen negocios funcionales actuando en sociedades disfuncionales. Seamos la puerta abierta, la posibilidad de alguien acceder a una vida digna para sí y su familia.


Alessandra Carrascoza, brasileña, psicóloga tiene 20 años de experiencia en las áreas de Desarrollo de Talento, especialmente en el área de Diversidad, Equidad e Inclusión, donde ha establecido una trayectoria consolidada dentro de América Latina.

Alessandra está completando 7 años de haber sido invitada a entrar en FEMSA con el objetivo de diseñar, implementar y consolidar por primera vez el pilar que hoy se denomina JEDI (Justicia, Equidad, Diversidad e Inclusión). Antes de llegar a Mexico y a FEMSA, Alessandra trabajó 13 años en Procter & Gamble donde lideró el área de DEI para todos los países de America Latina y globalmente en el desarrollo de programas de aprendizaje DEI.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.