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Por Diana Serros

Este domingo, Javier Milei se convirtió en el presidente electo de Argentina y, sin lugar a duda, el electorado votó con la cartera. Esta expresión hace referencia al acto de total y absoluta desesperación por parte de la población por salir de la desfavorable situación económica en la que viven. Lo anterior, a pesar de que muchos de los planteamientos de Milei atentan directamente contra los derechos humanos. Cabe resaltar que, en los últimos 15 años la economía argentina ha sido un completo desastre y, en aras de contextualizar la situación para el análisis económico posterior, se presentan las tres principales causas de este desastre económico (a reserva de sobre simplificar el problema):

  1. Déficits fiscales relevantes desde 2009 a la fecha: Desde hace por lo menos 14 años, la izquierda populista ha ejercido el gasto de manera irresponsable, no sólo porque eroga mucho más de lo que puede financiar través de sus propias fuentes de ingreso, sino porque el gasto no ha venido acompañado de incrementos en la productividad. En términos numéricos, en los últimos seis años la razón deuda-producto se ha ubicado alrededor del 80% y a lo largo de la última década ésta se ha situado, en promedio, cerca del 70%. 
  2. Falta de compromiso con la reestructuración de la deuda: Las autoridades argentinas no han asumido los compromisos establecidos con sus acreedores para hacer frente a sus obligaciones y, por consiguiente, han tenido que declararse insolventes en varias ocasiones. Como resultado, la credibilidad del país se ha visto altamente mermada, lo que a su vez ha ocasionado restricciones de acceso al mercado de capital internacional, ausencia de inversión, poca productividad y, por consiguiente, tasas de crecimiento y desarrollo económico prácticamente nulas. En línea con lo anterior, la relación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido extremadamente compleja: a lo largo de la historia Argentina ha solicitado 22 programas de apoyo, ha sido el país más endeudado con este organismo desde hace ya varios años y generalmente ha faltado a los compromisos establecidos con el FMI para la reestructuración de la deuda y, además, se ha visto en la necesidad de suspender los pagos de la deuda soberana en nueve ocasiones (default). 
  3. Falta de autonomía del Banco Central de la República Argentina (BCRA): El banco central en Argentina ha estado supeditado a las decisiones y acciones del gobierno, es decir, se han dedicado a imprimir dinero para financiar el excesivo e improductivo gasto gubernamental. Por consiguiente, y a diferencia de otros países latinoamericanos, el BCRA ha desempeñado un papel pasivo y sin injerencia real en términos de política monetaria y cambiaria. 

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