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Por Edmée Pardo

Para conmemorar el Día de la Mujer del año en curso la editorial Penguin Random House desarrolló una campaña llamada Name changer que hace referencia al concepto anglosajón  Game changer, un agente transformador en los elementos del juego. La campaña “Cambiador de nombres”, como mal traduzco al español porque no hace alusión a lo potente de la propuesta, sostiene que  modificar la manera como nombramos a las cosas o a las personas puede incidir en la transformación de la percepción de un mundo y modificar cierta mentalidad.

Para evidenciar una de las costumbres más comunes que  han legitimado el sistema patriarcal y la arbitrariedad del mismo, el uso del apellido del padre como el portador del linaje, la pertenencia y la riqueza, la editorial sacó una edición limitada de autores muy conocidos con los apellidos maternos. Así, William Shakespeare se convirtió en William Arden,  Oscar Wilde en Oscar Elgee, Jane Austin en  Jane Leigh y  Franz Kafka  en Franz Löwy, entre otros.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.