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Por Graciela Rock, Especialista en género y política pública. Maestra por la Universidad Erasmus de Rotterdam y la Universidad Autónoma de Barcelona, ha sido conferencista en diversos foros y colaborado en publicaciones de México y España. Actualmente es directora de La Cadera de Eva.
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El feminismo es una práctica política que nos transforma, nuestra manera de entender la realidad y todas nuestras relaciones. En palabras de la periodista Isabel Muntané, es “una revolución profundamente transformadora porque es cotidiana, individual y colectiva”. Entendido así, cuando hablamos de periodismo feminista, estamos hablando de una declaración de principios, de tomar posición frente a la manera en que se ha narrado la realidad, frente a las categorías – falsas- de neutralidad y objetividad, es decir, lo que se da por válido y cierto, y apostar por un periodismo crítico y comprometido que responda a las demandas del momento histórico en el que nos encontramos. Es apostar por un periodismo que recupere la historia y la memoria de las voces que han sido expulsadas y negadas en la esfera pública; limitadas y minimizadas al espacio privado, a lo doméstico y al silencio.

La labor periodística no es menor, los espacios mediáticos tienen una profunda capacidad para influir y moldear la sociedad y la cultura a través de la representación y difusión de imágenes, ideas y valores. Es necesario hacerse cargo de esta capacidad, asumir la responsabilidad de enfrentarse a las narrativas machistas, violentas, a través del periodismo feminista podemos ser capaces de nombrar otras realidades y generar nuevos significado. No se trata de crear contenidos y programas específicos “femeninos”, sino de impulsar una intervención transversal, un radical nuevo hacer; en los mensajes, pero también en las formas, en la práctica periodística. Es repensar cuántos y cuáles son los espacios a los que dedicamos qué información, quién la protagoniza, qué voces consultamos – y validamos-, de qué temas hablamos, qué lenguaje utilizamos. Un periodismo feminista, que utiliza la herramienta de la perspectiva de género, tiene en cuenta las desigualdades y aborda los temas relacionados con el género de manera exhaustiva, los contextualiza como fenómenos culturales y socioeconómicos, no únicamente para visibilizar sobre estereotipos y violencias contra las mujeres, sino contra las infancias, las personas con discapacidad, personas racializadas, migrantes, empobrecidas.

El periodismo tiene la responsabilidad de hacer visibles estas distintas realidades con rigor, con transparencia y ética; con los datos que pongan el dedo en las llagas que como sociedad nos duelen, en los abusos de poder, en los sistemas de opresión; de enfrentarlos y cuestionarlos. Esto es necesario en la labor periodística hacia fuera, pero también hacia dentro; necesitamos más mujeres feministas en lugares de poder y decisión de las redacciones, más mujeres comprometidas con una economía feminista, que coloquen a las personas en el centro y por encima del capital, que luchen contra las manifestaciones de la desigualdad en el ámbito laboral: el techo de cristal, la división sexual del trabajo, la falta de conciliación laboral, las inacabables jornadas de trabajo o la falta de derechos laborales. En un contexto de abuso, despojo y miedo, el periodismo feminista decide no sólo narrar, sino cuestionar y construir, en individual y colectivo. Ser esa revolución profunda frente a sistemas que nos dividen, que nos desean en competencia y silenciadas.

La antropóloga Rita Segato dice en su libro La guerra contra las mujeres que, si entendemos lo que está sucediendo, las discriminaciones y violencias contra las mujeres y contra todos los que se encuentran en la posición femenina, disidente y otra del patriarcado, lograríamos entender lo que está sucediendo en toda la sociedad. Hacer periodismo feminista es buscar ponerle nombre a lo que nos sucede, en colectivo. Hace unas semanas, surgió un nuevo espacio en México de periodismo feminista, La Cadera de Eva presentó su nuevo portal, donde busca cuestionar qué voces y qué historias están en el centro de lo que estamos hablando. Busca aportar a esta conversación, a este escribir nuestra historia, desde nuestras voces, para construir una sociedad más justa, más equitativa y más feminista. Sabemos que así lo demanda esta etapa de la historia y lejos de solo observar y opinar, decidimos actuar.

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@gracielarockm

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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