Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía: es la Policía Moral

La religión no debe confundirse como algo cultural que aplique a todas y a todos los habitantes y mucho menos debe traer imposiciones basadas en interpretaciones.

Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía: es la Policía Moral

Por Jacqueline L'Hoist

Ya llevan varios días las manifestaciones en Irán por el asesinato de Masha Amini. El informe médico, que estuvo circulando en redes sociales, indica que tenía roturas en el cráneo debido a fuertes golpes que le dio la Policía Moral, en contra de la pared o la puerta de la patrulla.

¿Quién es la Policía Moral?  ¿Es del Islam o del Gobierno? y ¿cuál será el impacto en el feminismo? Así inició mi conversación con Ryma Sheermohammadi, que es una mujer iraní, traductora, intérprete y divulgadora cultural irano-española y por tanto conocedora de la problemática que actualmente se vive.

Los agresores directos de Masha Amini fueron integrantes de  la Policía Moral, que está formada por hombres y por mujeres y en cada uno de los turnos siempre suele haber mujeres, ya que esto les permite detenerlas, porque los policías hombres no deben tocarlas. Este grupo tiene como función asegurarse que las mujeres cumplan con lo que ellos consideran la manera adecuada de vestirse y estar en los espacios públicos. Se podría decir que están “cazando”, a las mujeres al vigilarlas en  su manera de vestir. En este caso, Masha Amini pertenecía a un pequeño pueblo de Kurdistán, donde las mujeres visten con ropa ancha y ella iba vestida de negro, ancha y adecuada según el código de la Policía Moral. Se cree entonces  que pudo haber sido otra cosa que no tenía que ver con su vestimenta, como por ejemplo que la hayan visto reírse o alguna otra conducta que desde su mirada se considerara que violaba la forma correcta de comportarse.

Cuando la Policía de la Moral detiene a una mujer, las llevan al centro de detención hasta que un tutor asista a firmar un documento. En estos centros las mujeres pueden ser multadas, a menudo reciben cursos de “reeducación” donde se les dice cómo deben ir por la calle, o bien las pueden subir a la patrulla y darles un algodón para que se quiten el maquillaje, pero también pueden ser torturadas, como es el caso de Masha Amini.

Las protestas son también resultado de un  hartazgo. Son muchas niñas y jóvenes las que están hartas de la represión y discriminación por parte del gobierno. Esta semana me dice Ryma, salió la noticia de una niña que fue violada por un jefe de la policía y cuando la familia denunció este crimen terminaron recibiendo fuertes amenazas. Además, la discriminación en contra de grupos vulnerados ha sido muy evidente, se han demolido casas de familias que pertenecen a la minoría religiosa bahaí, simplemente por serlo.

En 2019 hubo protestas porque el gobierno iraní quitó el internet tres días a causa de protestas por la difícil situación económica, se dice que el gobierno mató a 1,500 personas que protestaban por el precio de la gasolina. En otra ocasión, el personal docente organizó concentraciones para reclamar sueldos dignos y lo que el gobierno iraní hizo fue detener a todos los integrantes de la junta nacional de docentes.

Cuando la política se mezcla con la religión, surgen las teocracias, como en Irán, se imponen normas de una sola religión en todo el territorio, los derechos de las personas que no pertenecen a esa religión terminan vulnerados como en países como Arabia Saudita y el mismo Irán, donde las mujeres, aunque no sean musulmanas están obligadas a usar el velo y las que quieren seguir esa profesión de fe, deberán hacerlo de la manera en que el gobierno mandata. Me dice Ryma que hay muchas mujeres musulmanas que no quieren usar el velo.

Como sabemos muy pocos países musulmanes exigen el uso del velo, como son Irán, Arabia Saudita y Afganistán; en la mayoría es algo libre y son las mujeres quienes pueden usarlo o no en espacios públicos. Y desde ahí me parece que es importante respetar a aquellas que lo quieran usar por decisión propia y privada, en el derecho personalísimo de la construcción de la personalidad.

Pero lo cierto es que la religión no debe confundirse como algo cultural que aplique a todas y a todos los habitantes y mucho menos debe traer imposiciones basadas en interpretaciones. Los derechos humanos nunca deben responder a temas culturales si no a la expresión plena de libertades, de trato igualitario y de no discriminación.

El problema en Irán no es que sea un país musulmán, sino la interpretación rigurosa que se hace de él y que se implemente como ley del país la sharia, la ley islámica. La obligatoriedad de usar el velo se extiende en este caso a no mostrar tampoco los brazos y piernas, que deben ser cubiertos con ropa; el caso extremo es la burka que no permite ni siquiera ver el rostro, como lo vemos en Afganistán.

La lucha por los derechos de las mujeres en Irán no es un tema nuevo, surge semanas después de la revolución en 1979 cuando se impuso la ley del velo obligatorio. Durante muchos años las mujeres iraníes han liderado procesos como la Campaña de Un Millón de Firmas y muchas de ellas están en la cárcel, pero esto no ha parado las protestas, y ya no sólo piden el cumplimiento de los derechos humanos y sus libertades, ahora ellas y la sociedad exige un cambio de régimen.

Hoy vemos como una sociedad se volcó en torno al asesinato Masha, lo que es profundamente significativo, y lo es más cuando vemos que las mujeres que queman sus velos y se cortan el pelo son acompañadas por sus parejas hombres, hermanos, amigos y padres. El impacto de este movimiento en el feminismo y en el mundo, será un parteaguas en la lucha por la construcción de su identidad y de su personalidad.  Y es que la culpa no era de Masha, ni dónde estaba, ni cómo vestía, si no de un sistema que ya no aguanta más y que también se va a caer.

@jacquie_lhoist

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