Digna rabia
La violencia vicaria no empieza con el daño que nos hacen a través de las personitas que más amamos en este mundo; empezó con una violencia directa hacia nosotras.
Por Jennifer Seifert Braun*
La vicaria es una violencia de género hacia las mujeres, que ejerce el hombre machista y para lo cual utiliza como medio a sus hijas e hijos para seguir hiriendo, maltratando y controlando a la mujer; generando daños psicoemocionales y físicos irreversibles en ellas, sus hijas e hijos.
Después de esta definición hablaré en primera persona: la violencia vicaria no empieza con el daño que nos hacen a través de las personitas que más amamos en este mundo; empezó con una violencia directa hacia nosotras, con una sed enfermiza de ejercer poder y control sobre nuestras vidas, con un golpe que pensábamos era insignificante, con una burla en una reunión con amigos, con la explicación absurda que teníamos que dar en relación al dinero que habíamos gastado, entre otra tantas micro violencias que ahora entendemos son el punto de partida para llegar a una de las violencias más crueles para las mujeres.
La violencia vicaria es un monstruo de mil cabezas, es una acumulación abrumadora de agresiones.
En algún punto del ciclo de la violencia vicaria existe un acto de valentía que a veces es repentino, otras muy bien pensado para decir ¡BASTA! “hasta aquí llegamos mis hijos y yo”, sin darnos cuenta que tomar la decisión de romper un ciclo de violencia nos va a llevar a caminar por un precipicio durante días, meses o años y que en el momento menos esperado nos darán un empujón y caeremos y seguiremos cayendo sin saber cuándo, cómo y a qué costo llegaremos al fondo. La violencia vicaria es una acto tan vil, tan miserable y tan ruin que nos arrebata lo más básico y primitivo que puede tener una persona, lo mínimo que cada ser humano debemos tener: nuestra dignidad.
Sin dignidad una persona se reduce a ser un simple objeto, una cosa, un medio para lograr una satisfacción o un fin personal. Lo primero que perdemos siempre las mujeres violentadas es la dignidad, perdemos el respeto, propio y ajeno, perdemos la libertad, somos sometidas a la voluntad del hombre, degradadas en nuestra condición de ser HUMANAS extendiendo esa violencia a niñas, niños y adolescentes indefensos, quienes no eligieron ser usados para lastimar a la persona más importante en sus vidas… SU MAMÁ.
Todo esto que cuento es una acumulación de rabias, de frustraciones, de enojos, de molestias y de dolores. Hemos logrado tomar aire, dar un paso para atrás y fortalecernos psicológica y físicamente; darle un nombre y apellido a lo que estamos viviendo para así levantarnos con toda la fuerza que sabemos que tenemos; con una solución, con información, con apoyo, con investigación, sororidad y compañía; pero lo más importante de todo, CON DIGNIDAD; para asegurarnos que esta violencia vivida por mujeres e infantes durante cientos de años sea visibilizada, sancionada y erradicada. Somos merecedoras de expresar y gritar a los cuatro vientos lo que nos está comiendo un poco cada día, lo que ha destruido familias, lo que ha llevado a mujeres al suicidio, y por esto, por nosotras y sobre todo por el INMENSO amor que le tenemos a nuestras hijas e hijos es que nunca dejaremos de externar nuestra DIGNA RABIA.
En esta lucha, a pesar de nuestros agresores y de un Estado Mexicano cómplice de esta violencia estamos recuperando nuestra individualidad, independencia, respeto, nuestros derechos humanos y NUESTRA DIGNIDAD. Ésta es una carrera de tiempo y de resistencia y no hay motivación más grande que el instinto materno de proteger a nuestras hijas e hijos de cualquier circunstancia que les cause dolor y sufrimiento; porque merecen una vida libre de violencia, una vida libre de mente, cuerpo y alma #nomásviolenciavicaria.
*Co fundadora del Frente Nacional Contra Violencia Vicaria y sobreviviente de violencia vicaria. Ha estado separada de su hija e hijo desde hace 19 meses tiempo en el que ha trabajado para visibilizar esta violencia entre la sociedad y por las leyes.
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