Por Karla Urriola, psicóloga, sexóloga educativa y clínica, y perito forense en delitos sexuales por el Colegio Jurídico Integral. Actualmente es responsable de la Oficina de Género y Comunidad Segura del Tecnológico de Monterrey.
Por varios siglos las orientaciones sexuales distintas a la heterosexual, también conocidas en la década de los 90’s como disidencias o personas de la diversidad sexual, han sido perseguidas por distintos grupos sociales, esto solamente por no ser parte de lo que se conoce como “normalidad”.
Durante este tiempo, las identidades sexuales han sido castigadas con tratos crueles e inhumanos; y en muchas ocasiones han rebasado los límites de la dignidad humana, esto al abusar de ellas y ellos a través de terapias conversivas en donde se ejerce el uso de violencia física, sexual, psicológica (aislamiento, ayuno, chantaje, etc.); y en el peor de los escenarios, asesinatos solo por mostrarse tal y como son.
En junio de 1969 sucedieron los disturbios en Stonewall, en donde las y los miembros de la comunidad LGBTIQA+, cansados de recibir agresiones y detenciones injustificadas, salieron a las calles en protesta por el reconocimiento de sus derechos, que si bien, no son derechos especiales, son derechos humanos.
Pero ¿por qué nos es tan difícil entender la diversidad sexual?
Parecería sencillo ya que en otros temas como lo es la diversidad cultural o religiosa hemos logrado respetar que existen diferencias y que estas no nos hacen mejores ni peores personas, simplemente nos enriquecen.
Lo que pasa con la diversidad sexual es que remite a la sexualidad humana y en ese terreno hemos categorizado más de lo que hemos reflexionado. Es decir, nos hemos dedicado a excluir lo que es antinatural o anormal, sobreponiendo nuestros sesgos y replicando esta forma de pensar.
Desde hace algunos años las empresas e instituciones se han sumado para mostrar que “amor es amor” y que aceptan la diversidad colocando los colores del arcoíris en sus logotipos y hablando de la representatividad o las cuotas durante todos los junios para los espacios laborales, escolares y gubernamentales.
Por favor, no me malinterpreten, celebro la oportunidad de abordar temas que suelen ser invisibilizados o que se evitan a lo largo del año, pero la visibilidad y la pertenencia debe de trabajarse y reflexionarse todos los días del año.
También me ha tocado escuchar a personas que se dicen inclusivas a través de frases como “les respeto porque son personas, pero no les entiendo” o “a mí no me importa lo que hagan siempre y cuando lo hagan en su casa”. Estas, además de ser frases que incitan a la exclusión y a la invisibilización, condicionan el respeto hacia las personas LGBTIQA+.
¿Para qué y por qué es importante nombrar a la diversidad sexual?
A todas las personas nos sirve para educarnos en las diferencias, cuestionar nuestras posturas y creencias, para las personas LGBTIQA+ les hace saber que no están solas, que actualmente se lucha por sus derechos y que se necesita una sociedad donde haya inclusión.
Particularmente, este año ha sido muy retador para la diversidad sexual y las infancias trans. Hemos visto retrocesos en legislaciones en Estados Unidos y Europa. También hemos sido testigos de discursos de odio que ya están impactando en la salud mental de las juventudes que pertenecen a esta comunidad.
Pero ¿qué podemos hacer? Empecemos a cuestionar nuestra propia sexualidad: ¿Cómo aprendí o reconocí mis atracciones, me las he cuestionado? ¿mi cuerpo y sus sensaciones son condicionadas por lo que le gusta a la mayoría o cuáles son mis sensaciones? ¿Cómo se ven los cuerpos disidentes? ¿Qué siento al ver una persona que expresa sus emociones hacia otra persona de su mismo sexo? ¿Puedo reconocer que hay más identidades?
Educarnos desde la consciencia, revisar nuestros prejuicios, comprender que la diversidad sexual nos enriquece y nos muestra que cada persona es única e irrepetible, se puede leer fácil, pero es más complicado de lo que creemos, es por eso por lo que les invito a responder las preguntas que he mencionado a buscar información verificada y a reflexionar sobre este tema sin prisa y a nuestro propio ritmo.
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