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Por Liliana Bahena
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Secretaría de Educación Pública:

Es inaceptable que a vista de todos se normalice que al interior de las escuelas cada alumno consuma diariamente más de 550 calorías provenientes de productos chatarra y bebidas azucaradas (galletas, papas de las más picosas, cualquier tipo de caramelos y jugos llenos de colorantes y azúcares). Indudablemente los espacios educativos son parte de las nuevas epidemias: la obesidad y la diabetes. 

¿Por qué llegamos hasta aquí? Una de las principales razones es la invasión de comida chatarra y bebidas azucaradas en cada uno de los espacios donde nos desenvolvemos, acompañada de una ola de publicidad asfixiante: calles, parques, ferias, cines, medios de transporte, espacios digitales e incluso escuelas (sí, así como lo lees: las escuelas, un espacio que debería proteger a las infancias y juventudes). Cada ciudadano de nuestro país consume en promedio 214 kilogramos de productos chatarra y bebidas azucaradas cada año y los principales consumidores son las y los estudiantes. Entonces, no es coincidencia que la obesidad infantil haya aumentado 120% en las últimas tres décadas, expresando la más grave crisis de malnutrición en niñas, niños y jóvenes: 

• 1 de cada 4 viven con obesidad, 

• 50% desarrollará diabetes en la edad adulta,

• 4 años menos de esperanza de vida frente a la de sus padres. 

La Secretaria de Educación Pública también es cómplice del despojo y secuestro de la salud de las y los estudiantes al simular regular los ambientes alimentarios en las escuelas, porque: 

Protege los intereses de la industria alimentaria por encima de la salud de las y los estudiantes. Desde hace 14 años, se crearon los primeros lineamientos para regular los entornos alimentarios escolares, pero, debido a la interferencia de la industria, presentaron graves vacíos legales en su diseño que hacen imposible ponerlos en práctica, además de permitir la venta y el consumo de mini chatarra. Lo que comen los niños en las escuelas afecta su salud y bienestar; no solo mientras son jóvenes, sino también para el resto de sus vidas.

Normaliza a las escuelas como un espacio más de mercantilización. Actualmente 9 de cada 10 escuelas del país venden bebidas azucaradas, golosinas, dulces, frituras y helados todos los días de la semana, lo que promueve malos hábitos alimentarios. La escuela -por el contrario- debe ser un espacio en el que se promueva la salud alimentaria; todo lo que ahí se venda y se consuma tiene que contribuir a la alfabetización alimentaria y a evitar las grandes cantidades de basura que dejan los envases y envolturas de los productos ultraprocesados.

Violenta y hace caso omiso a los mandatos legales y éticos que exigen la protección del interés superior de la niñez. En diciembre del 2023, se publicó la reforma a la Ley General de Educación en materia de entornos escolares saludables en el Diario Oficial de la Federación, el cual mandata actualizar y publicar los nuevos lineamientos y disposiciones en la Ley. La SEP está incumpliendo el plazo legal para publicarlos.  

No pueden esperar otros cinco, diez o quince años más para proteger la salud y nutrición de nuestras niñas, niños y adolescentes en los entornos escolares. ¡SU FUTURO ES HOY! 

 *Activista y defensora de la justicia social y los derechos humanos encaminados a erradicar las desigualdades sociales en salud y nutrición. 

Amante del fútbol y del café.

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@lilianaBahenaEs

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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