Crueldad y fama

El victimario famoso juega a ser la víctima y habría que preguntarse el papel que juega la fama para que un agresor como él siga protegido por sus fans.

Crueldad y fama
Lydia Cacho
Por Lydia Cacho
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Si un hombre está hospitalizado por cáncer de próstata ¿le perdonarías que haya intentado ahorcar a su hija? A este hombre nacido en Argentina en 1960 que se volvió famoso como cofundador de bandas musicales ¿le perdonarías que haya intentado matar a su esposa y la haya tirado desnuda a la calle para darle una lección? ¿le perdonarías que haya ejercido tal violencia contra su hijo que creció aterrado de que papá volviese a casa? Recientemente, a pesar de tenerle terror, su hija llegó al hospital de Cancerología de CDMX a cuidar de su padre enfermo, al entrar lo descubrió diciendo a las enfermeras: “indias prietas, país de nacos que no saben cuidar a los enfermos”. Cuando la hija le pidió a su padre controlarse, frente a testigos le gritó “tú eres una mexicana de mierda”, “los mexicanos no saben ni leer” ¿le perdonarías el racismo porque le viste tocar en el Corona y te sabes sus canciones?

A este músico le conozco hace más de 20 años, muchas veces estuve en backstage de los conciertos, cuando él aún no había roto lanzas con todos los músicos con quienes tocaba. Recuerdo cuando una estudiante suya de música, una chica de 17 años me contó cómo la había acosado sexualmente y cuando ella se negó, él la insultó y le dijo que miles de mujeres morían por un beso de Alejandro Marcovich. Ni esta chica, ni la esposa, ni su hija, ni su hijo, ni los jóvenes músicos a los que golpeó con rabia bajo la excusa de haber consumido drogas, se atrevieron durante años a denunciarlo penalmente. Su familia vivía aterrorizada, mientras los amigos del medio musical le decían a la señora Marcovich: “le vas a destruir la carrera, pobre, ya sabes que es así de loco, es un artista”.

En 2014 Gaby decidió que lo más importante eran su hija y su hijo, no proteger la fama de su agresor. Ya no podían soportar más violencia física, verbal, psicológica y sexual, además de la constante presencia de las amantes del músico que agredían a la esposa y a su hija. Marcovich se salió del hogar familiar y se amparó para evitar que lo arrestaran por violencia intrafamiliar. Como muchos famosos, Marcovich utilizó influencias y actos de corrupción para destruir a su propia familia y protegerse de la justicia. En un acto de violencia patrimonial, el músico le quitó todo a su esposa, incluso las propiedades que eran originalmente de ella.

La familia ha declarado nuevamente ante la fiscalía de la CDMX. Las acusaciones se sostienen con grabaciones, evidencia irrefutable y testigos. Los malos tratos, amenazas de muerte, golpes, destrucción de bienes materiales no se detuvieron ni con la reciente debilidad del músico por su problema de salud. Cada vez que ellas pedían ayuda, Alejandro Marcovich salía en su cuenta de twitter a arengar a sus fans para que atacasen a su propia hija, a su esposa, a su hijo. El victimario famoso juega a ser la víctima y habría que preguntarse el papel que juega la fama para que un agresor como él siga protegido por sus fans.

Yo he dado seguimiento a este caso desde hace tiempo; ahora la familia me ha permitido que vea el expediente judicial y escriba la verdad como periodista y experta en violencia de género e intrafamiliar. El informe policiaco del último arranque de violencia de Marcovich narra cómo con un palo de escoba rompió lámparas, objetos y atacó a su hija Bela, los golpes le dañaron la clavícula que, según el informe medicina legal, pudo haber sido fracturada si no la hubiesen rescatado a tiempo de los puños de su padre que amenazaba, como muchas veces, con matarla. A partir de ese momento la Jefatura General de Policía de Investigación y el Ministerio Público implementaron el “Código Águila” para la hija, el hijo y la esposa del músico. Esto significa, según el tamizaje elaborado, que el señor Alejandro Marcovich tiene orden pública de alejamiento de su esposa e hijos. Consta en expediente que “La evaluación de nivel de peligrosidad del acusado se encuentra en los límites mayores 22-44. Alto Riesgo de violencia feminicida”.  

Si el agresor no fuese el productor musical y guitarrista Alejandro Marcovich, ya hubiese sido detenido. Sigue libre por su fama y por el tratamiento de cáncer. Hoy mismo su hija y su esposa se han tenido que ocultar por las actuales amenazas de muerte. Ahora Marcovich ha amenazado a su hijo, diciéndole que si no van a cuidarlo mientras se le aplica la radioterapia se suicidará, y sobre la conciencia de sus hijos caerá su muerte. Hace años Marcovich intentó suicidarse frente a su hijo, fue el adolescente quien le salvó la vida y en el Hospital de Neurología determinaron que el paciente actuaba en plena conciencia de su realidad.

Sabemos que las hijas e hijos maltratados intentan salvar a sus padres sin importar el alcance de su despiadada crueldad, porque el Síndrome de Estocolmo es tan poderoso que parece infranqueable y el entorno del poder y la fama no ayuda para protegerles.

Mientras tanto el Código Águila sigue vigente, la policía les cuida 24 horas al día entendiendo la peligrosidad y poder del agresor. Pero dirán sus fans “¡Que viva el maestro y que viva el Rock!”

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@lydiacachosi

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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