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Mitzi Pineda y Andrea Navarro

En todos los hemisferios, las luchas feministas siguen ganando terreno. Ya sea desde movilizaciones públicas constantes para hacer visibles las distintas formas de discriminación y violencia por cuestiones de género o a través de grupos con grandes lideresas de opinión que ocupan espacios de alto impacto para concientizar y sensibilizar a la sociedad en general sobre el lugar que debemos ocupar –sin cuestionamiento alguno–  todas las mujeres en el globo.

Hoy en día las mujeres representamos cerca del 50% de la población mundial; empero, organismos internacionales como el Foro Económico Mundial y ONU Mujeres continúan señalando que la brecha de género aún está a un siglo de eliminarse, por lo que seguramente muy pocas de nosotras podremos llegar a ser testigos de un mundo en el que la igualdad de género ya no sea un tema por el cual preocuparnos, sino algo plenamente normalizado en nuestras sociedades.

Y aunque es claro que las batallas no han sido ganadas en homogéneo ni en los países donde la brecha de género es menor (como Noruega, Islandia, Finlandia y Nueva Zelanda, por mencionar los primeros lugares del ranking mundial) existen muy buenos ejemplos desde la mirada internacional que mucho pueden servir para acelerar las cosas en nuestra región y particularmente para reenfocar la agenda de género desde México a las necesidades de las generaciones pospandemia.

Pero antes de enunciar algunos, que claramente representan el trabajo de la lucha interseccional y transversal feminista en la comunidad internacional, es imperante recordar que todo cambio comienza desde las bases de una sociedad –por ejemplo, desde el hogar y el autocuidado, el trabajo productivo y la remuneración justa, etcétera–, por lo que resulta más que necesario que las agendas feministas, especialmente desde Latinoamérica y el Caribe, no solo abanderen tres temas (sumamente importantes, claro está) tradicionalmente álgidos en la discusión política y económica de este siglo, como lo son el aborto, la violencia y acoso sexual, y la participación económica tradicional –y precaria, además– de las mujeres, sino que también es momento de incluir en la agenda otros más apremiantes como el sistema de cuidados y la paternidad responsable, la participación laboral e intelectual de las mujeres en la ciencia y la tecnología de la nueva década, así como la inclusión y visibilización de las mujeres y las niñas en los espacios digitales que les impulsen en su educación y formación profesional, temas en los que en América Latina y el Caribe sin duda nos quedamos a deber por el momento histórico en el que nos encontramos.

Una de las potencias emergentes que entendió lo apremiante que resulta ser esa recomposición y reconfiguración social con enfoque de género es Corea del Sur. De acuerdo con la OCDE, esta nación ha avanzado en la implementación de licencias de paternidad extensivas como parte de su estrategia para hacer frente a la problemática del sistema de cuidados actual y a la desigualdad en la distribución de tareas al conformar una familia, ya que pretenden impulsar la recuperación física y mental de la mujer al tiempo que corrigen una falta de involucramiento de los hombres en la crianza del neonato y en las tareas domésticas. No obstante, su ejecución aún continúa siendo baja (frente al 63.6% de las mujeres que ejercen su derecho a licencia por maternidad solo el 1.8% de los hombres deciden tomarla), pero al menos ya es un tema sobre la mesa.

Por otro lado, en materia de educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y oportunidades laborales de la nueva era, países como Singapur, Italia y Sudáfrica lideran el top global de representación de mujeres en ciencia y tecnología de este siglo, aunque con menos del 28% de participación femenina con habilidades en IA (inteligencia artificial), en comparación con sólo el 14% en Brasil, 15% en México y 16% en Alemania y Polonia. Con estos datos, es claro que las mujeres que estarán listas para incluirse al mercado laboral del futuro serán, nuevamente, muy pocas, pero en las geografías más innovadoras y disruptivas sin duda se requerirán menores esfuerzos, pues en un mundo cada vez más tecnológico difícilmente podremos seguir abordando el tema de la desigualdad laboral y salarial como tradicionalmente lo hemos hecho.

Finalmente, es urgente que la lucha feminista integre la agenda medioambiental como parte fundamental de la participación y desarrollo de las mujeres en sus respectivos países, pues a raíz de la Conferencia sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26) se ha denunciado ante la comunidad internacional que el calentamiento global no es neutral en cuanto al género: según ONU Mujeres “el 80% de los desplazados por desastres relacionados con el clima son mujeres”, por lo que urge incluir agendas ambiciosas para la recuperación del medio ambiente, y que justamente son lideradas por países como Chile y Argentina en aras de incluir e impactar directamente al sur global.

Sin duda, las mujeres aún seguimos siendo vulneradas en todas las etapas y en todos los espacios en los que nos desenvolvemos, ya sea desde nuestro hogar hasta en nuestra propia autonomía, pero incluir en la agenda retos y desafíos que respondan a las dinámicas del futuro harán que la lucha feminista tenga impacto internacional en menor tiempo y que nuestra reivindicación y empoderamiento permitan reposicionarnos en un mundo que poco ha podido destrabar múltiples obstáculos hacia la igualdad de género universal, pero donde el equilibrio, la salud y la paz sean una realidad en el menor tiempo posible.

*Mitzi Pineda es internacionalista por la UNAM y maestra en Administración y Políticas Públicas por el CIDE. Asociada PJ-Comexi, actualmente forma parte de la mesa de coordinación Igualdad PJ. Twitter: @mitpinedac
Andrea Navarro es internacionalista por la FES Aragón-UNAM y maestra en Comercio Electrónico y Marketing Digital. Asociada PJ Comexi y miembro de la mesa de coordinación Igualdad PJ. Twitter: @andie_nr

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