Por Rocío Correa
Jaime, Karla, Gerardo, América y Esteban.
Menciono el nombre de cada uno de ustedes sin distinción de con quién pueda tener mayor afinidad o cercanía o con quien pueda haber construido más recuerdos con el pasar del tiempo, para lo que entre paréntesis siempre es tiempo; mí puerta para cada uno de ustedes con amor y respeto siempre estará abierta.
Somos cuatro hermanos y ustedes cinco son los únicos nietos de mis padres, sus abuelos.
21 años han pasado desde que el abuelo dejó su dimensión física entre nosotros, pero incluso hasta el más pequeño de ustedes es capaz de evocar con la memoria un momento feliz al lado suyo. La abuela, hizo su vida, alcanzó los sueños que se propuso y hoy es un ser pleno y satisfecho, puedo decir con certeza que poca gente está tan realizada como ella. Ahora le toca recoger los frutos sembrados.
Sus padres, mis hermanos, como yo seguimos en nuestras luchas para ver realizados nuestros anhelos y entre los anhelos de un abuelo, de un padre o de una tía como yo es tener la confianza, la seguridad, la esperanza de que esos nietos, hijos o sobrinos podrán correr su maratón con los tenis que les permitirán llegar a sus metas.
Finalmente es así como llego al punto medular de este mensaje: “Muero de miedo al pensar que en el futuro la única meta que les pueda ofrecer el país donde viven hoy sea la sobrevivencia”.
Pasaron ya 20 años desde que un océano divide mi corazón y mi vida, pero particularmente durante los últimos 5 de ir y venir a México he podido constatar primero con molestia y ahora con gran preocupación la decadencia en todo lo cotidiano que me toca vivir cuando por allá estoy, empecé por notarlo al llegar a un aeropuerto que nunca fue el mejor diseñado, el más cómodo o con mejor mantenimiento pero que pronto me empezó a dar pena como mexicana que fuera el primer punto de encuentro de un extranjero con nuestro país y después vinieron otras cosas, como tener que lidiar con el sistema de salud para las citas de especialidad de mí madre, no cuento una historia nueva, hoy por hoy su caso se suma al de muchos otros, debe comprar el medicamento que debe tomar si o si para mantener su problema cerebrovascular bajo control y puedo seguir con la lista de situaciones que a todos nos han alcanzado, pero de todo esto lo que más me aterra pensar es que haya quien ya se acostumbró a todos estos penares, a la inseguridad, a la mala sanidad, a la corrupción, al autoritarismo y al adoctrinamiento.
De ustedes hay quién ya se convirtió incluso en Madre o Padre y no creo que eso es lo que quieran para ver crecer a sus hijos.
No lo quiero para ellos, no lo quiero para ustedes.
Pero aquí no se trata de lo que yo quiero, se trata de lo que ustedes quieren. Mi generación, más que las de los abuelos, tenemos una gran responsabilidad de lo mal que le ha ido a México porque no fuimos capaces de entender la importancia del voto, no entendimos que es la única herramienta que nos da la democracia para seguir teniendo voz y libertad.
No hay de otra; por llena de vacíos o inconsistencias que esté, la democracia es el único instrumento que nos da la posibilidad de la alternancia, de castigar o de premiar.
Y aunque les parezca exagerado recibir estás líneas de parte mía con lo que considero un llamado fundamental para lo que sigue en sus vidas no me voy a permitir no hacerlo, representa una profunda muestra de lo importante que son ustedes 5 para mí.
Esteban, América, Gerardo, Karla y Jaime.
Ahora me dirijo a ustedes del mayor al menor de mis sobrinos; habrá quien pueda decir que tristemente no nos caracteriza la unión familiar, pero digamos que la nuestra es una familia muy democrática que nos ha permitido con libertad tomar una posición al interior de este grupo, nunca conocimos el autoritarismo. Que no vaya a suceder que venga de afuera.
Quizá ahora sea un poco cabrona, pero no vi ni supe de ninguno de ustedes que saliera a la calle por ninguna causa, yo viviendo en Italia estuve tres veces en México en medio de la marea rosa por ustedes ¡claro! También por la idea romántica de un México mejor, pero en concreto por ustedes, por ustedes y por los hijos de ustedes.
A mí ahora me tocan dos naciones, la que me vio nacer y la que muy probablemente me verá morir y si la ponemos en el plano de las cosas resueltas pues bien o mal yo ya estoy del otro lado más con una que con la otra.
No puedo guardar silencio, no por el simple hecho de estar viendo una nave naufragar y no advertir del riesgo evidente que se está corriendo y de lo que seguramente pase lo que pase el próximo 2 de junio no podrá haber marcha atrás.
Me van a disculpar, pero no puedo guardar silencio, es como cuando alguien se convierte en cómplice de un asesino por quedarse callado.
Los problemas que hoy tiene México son graves y profundos por eso estoy convencida que en esta elección del 2 de junio se juega más que una elección, se juega la democracia y con ella el futuro de país que habrá o no habrá para ustedes.
Por favor voten, salgan a votar con sus amigos, con sus amigas, con sus parejas, mejor si están acompañados o también si van solos, pero por favor no dejen de votar.
Casi estoy tentada hasta a decirles por quién votar, pero eso sería no tener confianza en su sensatez.
Sobrinos míos la vida está llena de incertezas, pero una de las pocas certezas que hay es que nadie va a hacer por ti lo que no hagas por ti mismo.
Quiero para ustedes una vida de la buena, esa que se puede construir solo si tenemos libertad para alcanzar nuestros sueños y los instrumentos necesarios para los momentos de dificultad. Libren sus batallas y ganen sus guerras y cuando la vida me vuelva a reunir con cada uno de ustedes tendré cuidado de tener frente a nosotros un shot de tequila para proponer un brindis a la democracia en México; este es el momento de demostrar nuestro amor a México ¡éste!
Para quien así lo decidió soy solo su tía por casualidad genética, pero siempre un alma dispuesta a compartir la vida con cada uno de ustedes.
¡Los quiero un chingo!
La tía Rocha
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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