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Por Stephanie Henaro
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En este 2024 entramos a la curva final del sexenio con una cifra de homicidios dolosos que supera a los de los últimos tres gobiernos y así es cómo se va a entregar al país.

En los cinco primeros años del presidente Andrés Manuel López Obrador, que van de diciembre de 2018 a diciembre de 2023, las personas asesinadas suman 170 mil 800 y esto hace innegable que esta administración presenta una violencia nunca antes vista durante un gobierno en el país. Y es que con Vicente Fox fueron 74,577, con Felipe Calderón 102,859, y con Enrique Peña Nieto 135,471 víctimas.

Si lo sumamos todo, esto nos da un total de 483,707 homicidios dolosos en los últimos 23 años que se acercan a los 500,000 que pudieron haber muerto durante la Independencia de México que duró casi la mitad del tiempo, 11 años.

Estamos sumergidos en una guerra, no se puede ocultar y por eso la siguiente administración debería de dejar de negarlo.

El país hoy y también desde hace mucho, se volvió un campo de batalla que hace que los ciudadanos hayan olvidado cómo vivir en paz. Todos los días hay muertes y esto sólo se traduce en que el máximo agradecimiento al que alguien puede aspirar, es que “a uno no le toque.”

Esto último lo ilustra muy bien la Navidad sangrienta en Tabasco - estado nativo del presidente-, que nos recuerda que el miedo ronda en las calles, porque para el crimen organizado no existen los días festivos y esto solamente nos vuelve una sociedad de extraños.

Nos separamos cada vez más el uno del otro porque hay más desconfianza y esto sólo indica que la primera curva de la siguiente administración, será peligrosa, porque así lo ha sido la última de esta.

Vivir sin estar en paz seguirá siendo la realidad dentro de un espiral de violencia que envuelve a los mexicanos y disminuye la calidad de vida de manera transexenal, y hará que el siguiente gobierno herede un mal para el que no se ha encontrado la vacuna ni en los balazos ni en los abrazos y que además se alimenta de la vida diaria en los pesos extra que pagamos por los aguacates, los limones, el pollo, la tortilla y la pesca, entre otros.

Nos cobran su iva, porque en México la muerte también cobra impuestos. Sosteniendo así a los dueños de una parte del territorio en el que el Estado no gobierna.

Lo peor es que en algunos casos podría nunca haber llegado y esto genera en la curva final del sexenio, un reto mayor para el que sigue.

Este es tal vez el mayor riesgo geopolítico al que el país se enfrentará en el 2024, más allá del nuevo gobierno, porque el enemigo es interno, debilita al estado, e influirá en la duración de la dopamina democrática después de las elecciones.

Entonces, recordando que la vida es corta ¿tan disruptivo sería hablar de legalización, despenalización o gobierno de ciertas sustancias?

Le daría al Estado otra opción más allá de los sangrientos balazos, los caducos abrazos y ayudaría a que el mayor número posible de sus ciudadanos vivan una vida tranquila.

La violencia afecta la vida, también la democracia, y crea curvas peligrosas.

El último en salir, apague la luz.

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@StephanieHenaro

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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