Las Narvales: una historia de futbol

Esta experiencia me enseñó que siempre voy a querer ganar pero que algunas veces lo lograré y otras no.

Las Narvales: una historia de futbol
Victoria Samantha
Por Victoria Samantha Gómez Ayala, de 8 años.
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Hola, mi nombre es Victoria y te voy a contar mi experiencia con el futbol. Desde pequeña me ha apasionado mucho este deporte.

En mi segundo año de primaria noté que había un equipo de futbolistas en mi escuela que jugaban en el recreo. Resultó que en este equipo jugaba un muy buen amigo que además se sentaba a mi lado en las clases, así que me animé a preguntarle si podía estar en su equipo y respondió que sí. Aunque después de pensarlo me comentó que lo platicaría con los demás del equipo, quienes dijeron que no, porque era un equipo de hombres, “como en el Mundial”.

Entonces decidí formar mi propio equipo llamado “Las Narvales”. La historia sobre este nombre es larga, pero se lo quise poner porque dos de mis amigas me dijeron que podríamos llamarnos así. Los narvales son ballenas, y para nosotras son los unicornios del mar.

En un inicio el equipo era de tres personas, y yo pensaba que no duraría mucho, pero mis amigas mantuvieron la fe y me dio fuerza para sentir que sí resistiría para alcanzar nuestro sueño. Ellas no disfrutaban mucho de correr, pero se animaron por la amistad que nos une, porque sabían que era importante para mi. Así que poco a poco juntamos a más amigas, llegando a cinco integrantes. Días después ya éramos diez. Yo soy la capitana narval y estoy muy feliz de serlo.

Una vez que juntamos a diez jugadoras jugamos nuestro primer partido en el patio grande de la escuela durante el segundo recreo. Esa mañana comenzamos perdiendo, y en ese momento le dije a mi equipo que “incluso los profesionales pueden empezar abajo en el marcador” y eso nos dio esperanza para ganar. Ese partido lo perdimos, pero no dejé de animarlas, para mí lo habían dado todo y habíamos jugado bien.

Luego fue el segundo partido, en el que comencé diciéndoles que el marcador no era lo importante sino jugar como un equipo, como amigas. Esa mañana salimos victoriosas. Para el tercer juego nos convencimos de que podíamos seguir ganando y llegar a las finales del torneo que se arma en los recreos. Desde ese momento ganamos todos los demás partidos hasta llegar a la final.

Antes de jugar la final, les dije a mis amigas que íbamos a comenzar ganando y nos mantendríamos así hasta que terminara ese partido. Y así fue. Esa mañana ganamos el torneo de los recreos. Lo primero que hicimos fue agradecerles a los del otro equipo por el juego. Estábamos bien felices. Nos convencimos desde ese momento que podríamos ganar cualquier final que pudiéramos jugar. Ahora, el equipo es muy fuerte y confío en que así se mantendrá.

Esta experiencia me enseñó que siempre voy a querer ganar pero que algunas veces lo lograré y otras no. Lo más importante es que la amistad nos fortaleció en cada juego y por eso me di cuenta que mis amigas siempre estarán ahí para ayudarme a alcanzar mis sueños.

Gracias a ti por leerme, me llena de felicidad compartir esta anécdota futbolística. El futbol ha sido para mí una experiencia increíble, porque es un deporte que mi papá me enseñó con mucho cariño, no solo para pegarle a la pelota y confundir a los oponentes durante el juego, pero sobre todo a confiar en mis amigas a la hora de entrar a jugar.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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