Por Ivabelle Arroyo
En Morena la disciplina no se impone a gritos, se redacta. Y los nuevos lineamientos para el comportamiento ético son un documento largo, solemne y estratégicamente útil: no solo son una declaración de principios, son una herramienta con nombre y propósito. A estas alturas, nadie duda de que le servirán a la presidenta Claudia Sheinbaum para meter en cintura a los rebeldes (que también tienen nombre y apellido), justo antes de que se reparta lo más preciado del botín político: las candidaturas.
El documento, aprobado por el Consejo Nacional de Morena este fin de semana (4 de mayo), recupera nociones como la austeridad republicana, la independencia frente a poderes fácticos, el rechazo al nepotismo y la lealtad al movimiento. Hasta ahí, podría sonar a un refrito obradorista. Pero en esta nueva etapa, la letra chiquita importa. Ahora, a pesar de llamarse lineamientos éticos, se enumera una serie de conductas de vida, explícitas, que ya no deben realizar los morenistas: nada de helicópteros, nada de marcas lujosas, nada de campañas con espectaculares, nada de camionetas y restaurantes caros. Aunque no hay nombres, todos saben a quién se alude cuando se habla de viajes lujosos, “bots” en redes y aspiraciones prematuras. Basta con ver la lista de conductas prohibidas para empezar a listar nombres de legisladores o aspirantes.
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