La Presidencia que queremos: más nodo y menos dedo

Poner el énfasis en la persona es un error, pero no es fácil desentenderse de las características del individuo que llega a la Presidencia de un país

La Presidencia que queremos: más nodo y menos dedo
Ivabelle Arroyo
Por Ivabelle Arroyo
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Poner el énfasis en la persona es un error, pero no es fácil desentenderse de las características del individuo que llega a la Presidencia de un país. Que si es joven, que si es mujer. Que si tiene mucha experiencia, que si bebe, que si profesa una religión, que si duerme poco.

Comprendo que esas características individuales den forma a cierta manera de ejercer el poder, pero también advierto que no hay una relación causal certera entre las virtudes o defectos y ciertos comportamientos deseables en el poder. Hitler era ordenado y no bebía; mientras que Churchill era un desastre y un alcohólico, pero eso no significa que los abstemios serán dictadores y los alcohólicos estadistas. Lo único que nos da este ejemplo de sobra conocido es la certeza de que el carácter humano, en todas las áreas, pero más en el poder, tiene efectos en fractal: casi infinitos y no anticipables.

Así pues, el género, la edad, la formación y las virtudes de quien ejerza la Presidencia en México me importa menos que las características institucionales de esa Presidencia. ¿Es una silla desde la que hay un poder omnímodo y unipersonal? ¿Es una institución débil, bloqueada por la falta de gobernanza? No me apetece ninguna de las dos. Me apetece (qué delicia pensar en los anhelos) una Presidencia que sea elegida con reglas claras y un procedimiento aceptado por todos, de manera que el rumbo que se tome sea legítimo. Me apetece una Presidencia que tenga eco en la relojería de gobierno; es decir, que sus políticas se apliquen y funcionen, pero también me apetece una Presidencia que sea capaz de corregir y que sea susceptible de ser corregida.

Quisiera una Presidencia que articule a los territorios y comparta con ellos el rumbo de la nación en una relación bidireccional. Quisiera una Presidencia que tuviera un rostro más gubernamental y menos personal. Una Presidencia que se entendiera como un nodo, no como un dedo. Una Presidencia que coordinara acciones ante desafíos y catástrofes, más que una Presidencia que vende, produce y compra cosas.

Quisiera una autoridad presidencial responsable en el sentido politológico del término, es decir, no como una actitud individual, sino como un listado claro de facultades y consecuencias ante decisiones de gobierno que sí sean evaluables.

En suma: no me importa tanto la persona.

Es más, tampoco me importa mucho el partido. Lo que advierto relevante es la relojería y, para fortuna nuestra, no hay que inventar el hilo negro. Las características de la Presidencia que me gustaría tener hoy, en el 2024 y siempre son las de una Presidencia democráticamente elegida, constitucionalmente responsable, con contrapesos, recursos y autoridad institucional, no personal.

Les digo. Más nodo y menos dedo.

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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