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Por Ivabelle Arroyo

En la Suprema Corte, el método de renovación de la presidencia está poniendo el acento en dos variables: la independencia del Poder Judicial y la cercanía de los aspirantes al Presidente de la República. Parecen la misma cosa pero no lo son. La independencia está en las propuestas, que en general buscan fortalecer y transparentar la función de la Corte, mientras que la cercanía está, sobre todo, en las columnas de periodistas enterados.

Nadie habla de continuidad, o austeridad o combate a la corrupción o modernización o recuperación de algún pasado perdido o estrellitas en el curriculum vitae. Se elegirá a un presidente que a) garantice la independencia o b) navegue cómodamente en la subordinación institucional. Eso es lo que se pelea.

En Coahuila, o mejor dicho, en la candidatura interna de Morena para la gubernatura de Coahuila, importa menos si el método fue encuesta, dedazo o tómbola. Importa poco si uno trae cola que le pisen o si hay una propuesta mejor que otra para los próximos seis años de Coahuila. A nadie (a nadie en el juego político, quiero decir) importa si Armando Guadiana tiene más experiencia o menos que Ricardo Mejía.

Lo importante, y lo saben bien el dirigente Mario Delgado y el propio Mejía, es el linaje y las canicas. Guadiana tiene más canicas para ganar pero como no tiene linaje, se lo confeccionan de inmediato. Por eso Delgado, más que poner el acento en su formación o su proyecto, puso énfasis en su pasado guinda. “No es un improvisado”, dijo, “es fundador”.

Para quienes no lo veían cerca del Presidente, Delgado lo vistió de guinda. ¿Qué afectará más a Morena en los próximos meses? ¿La idea de que la encuesta no fue del todo limpia o la idea, sembrada por Mejía, de que Guadiana es un crítico de López Obrador? Ojo ahí. En Coahuila no se juega el destino del estado. Se juega la pertenencia a la familia de la Cuarta Transformación.

En la carrera por la candidatura presidencial por Morena pasa algo similar. Aún no se define el método, pero ya están claras las variables en juego, así que poco importa si hay debate, encuesta, tómbola, todo junto o peleas en lodo para definir al aspirante. Ningún acento se pone en la diferencia sobre gobernar Zacatecas o el Congreso o la Ciudad de México o Tabasco. Ningún acento en sus distintas habilidades para el manejo de crisis. Lo relevante es el beneplácito en Palacio pues lo que busca el monarca (digo, el partido) es la continuidad del proyecto de Andrés Manuel López Obrador.  Para eso se necesitan dos cosas: mantener la preferencia electoral y tener un aspirante con marcada inclinación hacia dicha continuidad. Todos la tienen, pero con tonos distintos: por ahí se lee la idea de una segunda etapa de un mismo proyecto (algo así como Matrix reloaded), pero también se ve la posibilidad de una gerencia y hasta una ventriloquía.

Es una pena que ninguna propuesta esté sobre el tablero. Entiendo que la ley los hace fingir una farsa interna, pero eso no es obstáculo para incorporar contenido. El obstáculo es el inquilino de Palacio. Lo que está en juego no tiene que ver con el país, sino con él.

@ivabelle_a

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