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Confieso que estoy indignada y mientras más lo pienso, mayor es mi indignación. Hace unos días, Gustavo Adolfo Infante, periodista de espectáculos, con quien comparto espacio en el programa “Sale el Sol” fue privado de su libertad. ¡Secuestrado! Fue citado en unas oficinas para conversar “supuestamente” de un nuevo proyecto de televisión.

Tras quince minutos en la supuesta junta, ingresaron varios hombres vestidos de negro, con máscaras de payaso y armados, disparando e hiriendo a una mujer, quien - según el relato de Infante - cae junto a él salpicándolo con sangre.

A Gustavo, le cubren el rostro y lo trasladan en lo que piensa que es la cajuela de un automóvil, esto por la manera en la que lo jalaron y cargaron además de que en un momento explica que se golpeó la espinilla.

Ya en otro lugar, le descubren el rostro a punta de pistola. Él llorando, rogando por su vida, recibe un pastelazo. ¡Era una broma! Lo están leyendo bien: fue broma.

Pedro Moctezuma, tío de Frida Sofía, hija de Alejandra Guzmán (de otra manera nadie sabría quién es) y el autodenominado “Rey Grupero” son quienes se encargarán de este tipo de “bromitas” para un nuevo programa (según sus dichos pronto estará disponible en streaming).

No me interesa donde se transmitirá semejante contenido y sólo menciono a los susodichos porque estoy profundamente consternada.

¿En qué cabeza cabe que es una broma jugar con un tema tan delicado? El secuestro lacera todos los días a las familias. De acuerdo con la organización Alto al Secuestro, en México ocurren cuatro al día, 28 cada semana y 121 al mes, bajo el actual gobierno (aunque las autoridades sólo contabilizan el 42%).

Me pregunto, ¿qué plataforma tiene la “genialidad” de comercializar semejante producto? ¿Es tan complejo entender que alguien puede sufrir un infarto con una acción como ésta?

¿No existe un mínimo de empatía por las víctimas? ¿Por sus familias? ¿Por nuestros muertos? Los números son espeluznantes, pero a ellos sólo les importan sus likes y views, mientras más vistas más monetizan.

Después de mucho negociar -al principio Gustavo no había dado su autorización para el uso de su imagen- lograron un acuerdo.

Al parecer el dinero que generen será utilizado para regalarle una prótesis a alguien que la necesita. Y, aunque es una buena acción, es tratar de disfrazar de altruismo un acto mezquino.

Yo tengo mi propia historia con este personaje llamado “Rey Grupero”. Desde siempre me han molestado sus bromas que presentaba en su canal de YouTube. Aventarle pastelazos a la gente en la calle, embarrarles heces de perro, tirarles cubetas de agua sólo por estar en un parque y, peor aún, besar a la fuerza a las mujeres (lo que es abuso y acoso).

En un programa llamado “Entre Mujeres”, transmitido por Excélsior Televisión, di mi opinión, negativa por supuesto, porque jamás estaré de acuerdo con que humillar a una persona pueda ser catalogado como contenido “cómico”.

Fui tachada de amargada, de no tener sentido del humor e incluso se fomentaba que los fanáticos de este personaje me dieran lo que ellos catalogaban como mi “merecido” para que aprendiera a reírme.

Desde ese momento y, ahora más que nunca, me preocupa el contenido que puede llegar a ser el que atraiga al auditorio. Porque no es sólo quién lo presenta y lo produce, también es quién lo consume.

Podrán decirme (ya me acostumbré), que el mundo del espectáculo no es muy diferente, que vivimos del chisme y el morbo. No pueden estar más equivocados.

Efectivamente, en ocasiones se habla de la vida privada de algunas figuras pero siempre con respeto. O, por lo menos, en los programas donde yo colaboro. No se trata de humillar y no olvidemos que en la mayoría de los casos son ellos quienes ventilan su intimidad. Pero siempre es más fácil echarle la culpa a los medios, ¿a quién me recuerda? jajaja.

Regresando al tema que nos tiene aquí, siempre he pensado que hasta para querer ser chistoso, para hacer bromas se necesita ingenio, imaginación, talento y, sobre todo, clase. Y en este caso faltan todos esos ingredientes.

Podrá caer bien o mal Gustavo Adolfo Infante, quien en este caso fue la víctima y sí, no me equivoco al llamarle así porque fue una víctima de una broma por demás estúpida que pudo terminar en tragedia.

¿Acaso habrá cruzado por su mente que hay gente armada por miedo? ¿No saben que hay personas con escoltas que no se preguntarían ni un segundo si es broma lo que están viendo?

Salimos a la calle todos los días con miedo de no regresar a casa y aunque es trabajo del Gobierno nuestra seguridad, algo en lo que claramente cada día estamos peor, también es nuestra responsabilidad como sociedad levantar la voz y crear consciencia de que utilizar un secuestro para llamar la atención y hacerlo pasar como una broma no es sólo absurdo, también es un delito. Porque para mí ese hecho fue una privación ilegal de la libertad.

Espero que el público se rehuse a ver este programa que se burla de la desgracia de la oleada de violencia que azota a nuestro país. Tendríamos que ser más selectivos con los contenidos que consumimos. Cada reproducción es dinero para ellos. También tenemos que ser más empáticos y sensibles con el otro, algo para lo que nos falta mucho camino por andar.


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