Por Juana Ramírez
Genuina, directa y sin rodeos. La Dra. Ana Cecilia Jara confiesa que decidió estudiar medicina por mera curiosidad del funcionamiento del cuerpo humano y se especializó en genética porque no tenía urgencias, ni guardias nocturnas. Luego sí, apareció el gusto por su profesión. No obstante, la ejerce de una original manera porque encontró en las redes sociales una forma más potente de hacer medicina que desde su consultorio y aunque sabe que muchos colegas la critican, ella lo tiene claro “En una consulta llegas a una persona, en Instagram, Facebook o Tik Tok llegas a millones”.
La Dra. Ana Ceci, como la conocemos sus más de 5 millones de seguidores, reconoce que los contenidos a los que más tiempo dedica, los que requieren más investigación y por tanto tienen mayor valor educativo o de prevención no son los más populares “a esos les va súper mal en redes sociales”. Ella sabe que una buena parte de la audiencia busca contenidos rápidos y entretenidos y es muy difícil llevar información en salud. Muestra de ello fue un Tik Tok falso que llegó a millones de personas que vieron, interactuaron y compartieron, sin siquiera llegar al final para escuchar la verdad. ¿la razón? las personas buscan soluciones rápidas, mágicas, increíbles, pero desafortunadamente la salud no es así.
Es además fundadora del movimiento “Soy doctora, No señorita” que busca empoderar a las estudiantes de medicina: “Cualquier hombre en el hospital ya tiene una validación de ser doctor. Sin embargo, a las mujeres se les categoriza directamente en muchacha, mija o lo que sea. Lo cual, es un sesgo en el trato hacia las profesiones de la salud”. También, visibiliza el acoso jerárquico en los hospitales -del que ella también fue víctima- y brinda apoyo psicológico y legal.
Cuando Matilde Montoya -la primera médica mexicana- fue aceptada en la Escuela de Medicina de Puebla, apareció un artículo que la denunciaba: “Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica”. Agobiada por las críticas, decidió regresar con su madre a la Ciudad de México, donde por segunda vez solicitó su inscripción en la Escuela Nacional de Medicina, en la que finalmente ingresó en 1882 con 24 años. Como doctora, nunca fue aceptada en ninguna asociación o academia médica -que fueron por varias décadas exclusivas para varones-. Y aunque pareciera que la Dra. Ana Ceci es doctora en un contexto muy distinto al de Matilde Montoya, todavía hay mucho por hacer. Son muchos los desafíos que han debido superar las pioneras de la medicina y aquellos que todavía enfrentan las estudiantes y académicas para posicionarse en el terreno de las ciencias de la salud.
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