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Por Kelly Méndez

El lunes 28 de abril, millones de personas en Europa vivieron un apagón inesperado. España y Portugal fueron los países más afectados, aunque también se reportaron interrupciones en el suroeste de Francia y Andorra. Cerca del mediodía, sin previo aviso, la electricidad desapareció por completo en amplias zonas durante varias horas. Semáforos apagados, oficinas paralizadas, líneas de metro detenidas y hogares a oscuras fueron el escenario común de una jornada completamente inusual.

A días del suceso, Red Eléctrica de España (REE) confirmó que se trató de una “perturbación severa” provocada por una súbita caída del 60 % de la generación eólica en menos de una hora. El evento desencadenó un desequilibrio en la red que obligó a desconectar de emergencia a millones de usuarios para proteger la infraestructura. Las autoridades siguen investigando por qué el sistema de respaldo no logró compensar la caída, y expertos advierten que, con el crecimiento de las energías renovables, será crucial fortalecer la capacidad de reacción ante este tipo de oscilaciones y emergencias.

Lo que ocurrió fue tan rápido como desconcertante: un colapso parcial del sistema que nos recordó, de golpe, lo profundamente dependientes que somos de algo tan invisible como la energía.

Pero mientras se buscaban explicaciones, algo más empezó a revelarse. Porque en medio del apagón y del desconcierto, del silencio electrónico, de la pausa forzada, surgió otra pregunta:¿Y si el apagón fue un mensaje?

Cuando la luz se fue, de algún modo también se fue la prisa.Las pantallas se apagaron. Las rutinas se disolvieron. Los ruidos mecánicos de las ciudades se volvieron murmullos. Por unas horas, todo se quedó sin el ruido de fondo de lo cotidiano… y en esa ausencia, algo se encendió.

Velas improvisadas en casas y restaurantes. Vecinos hablando desde las ventanas. Familias sentadas en la sala, sin televisión, sin teléfonos, solo presencia. Música, personas cantando, compartiendo pláticas, comida, abrazos y risas.Un instante fuera del algoritmo.Nos desconectaron… y por eso volvimos a conectar.

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