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Por Leticia Bonifaz
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Karla Quintana es una sinaloense aguerrida, comprometida, echada pa´delante, sensible, y capaz que estuvo al frente de la Comisión Nacional de Búsqueda hasta el miércoles pasado.

La conocí en los pasillos de la Suprema Corte un 8 de marzo del 2015. Yo había asumido la titularidad de la dirección de Derechos Humanos y ella estaba en la ponencia del Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Nos hicimos amigas muy pronto. Me enteré de que venía de una formación muy sólida en derechos humanos por su permanencia tanto en la CIDH como en la Corte Interamericana. Karla se comprometía con sus proyectos más allá del papel. El caso del feminicidio de Mariana Lima es paradigmático. Hizo un proyecto que se volvió un parteaguas en el tema de juzgar con perspectiva de género en el ámbito penal. Tomó de la mano a doña Irinea, la mamá de Mariana, y la acompañó no solo para que fuera entendiendo los intrincados cauces del Derecho, sino para darle confianza en el manejo de este peculiar lenguaje.

Comenzamos a coincidir en foros, mesas redondas, programas de televisión, pero también en marchas y eventos sociales donde llevaba su guitarra a la que le saca sonidos que van acompañados de una voz que recupera las demandas del campo nuevo. José Alfredo, sí, pero también Silvio y Pablo: Latinoamérica en el corazón.  

Un día Karla me dijo que sentía que su estancia como Secretaria de Estudio y Cuenta en la Corte ya no le llenaba lo suficiente que necesitaba más cercanía con las víctimas; que quería hacer trabajo de campo, sentirse útil con el contacto humano en estos difíciles momentos por los que atraviesa el país con los daños causados fundamentalmente por el crimen organizado. Así fue como buscó un espacio en la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y luego la titularidad de la Comisión de Búsqueda. Tuvo para ello el respaldo de la entonces titular de la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero quien, en su etapa de Ministra en la Suprema Corte había conocido a Karla y la calidad de su trabajo.  

Karla sabía que llegaba a un trabajo por demás difícil que iba a tener costos personales, pero simultáneamente amplias satisfacciones. Comenzó a dar resultados y, en consecuencia, a recibir mayores recursos para las arduas tareas. Se ganó la confianza del Subsecretario Encinas, estuvo junto con las madres buscadoras bajo los potentes rayos del sol en distintas partes de la República donde se iban reportando los hallazgos. Comenzó a estar cada día más cerca del horror. Más fosas, más cuerpos, más dolor, más impotencia.

Con recursos humanos y financieros limitados, tocó las puertas de las Embajadas de países ricos. Consiguió equipos y asesoría técnica. Algunos titulares de áreas de la administración pública no se sentían a gusto con el estilo poco ortodoxo y pragmático de Karla, con su lenguaje directo, con su deseo de resolver encontrando senderos diferentes.

Tuvimos una plática reciente en donde me explicó todo lo que había logrado avanzar en identificación de cuerpos y lo que había que repensar para la ruta por venir. Entre lo más importante: cómo lograr que opere el sistema de búsqueda a la par de los sistemas ordinarios de procuración y administración de justicia.

Karla se va cargada de experiencia, satisfecha sin duda, tal vez triste, pero ilusionada pensando en lo que le depara el porvenir. Las reglas de la ingrata administración pública dicen que será sustituida por alguien más y olvidada en breve tiempo.

Por eso quiero hoy agradecer, en mi nombre y en el de muchas, las renuncias personales que asumió para cubrir las interminables jornadas de luna a luna. Agradecerle al equipo que formó y decirle que sí tocó corazones y revivió esperanzas, su misión está cumplida.

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@leticia_bonifaz

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