Por Lillian Briseño
Por primera vez desde que se dio el Grito de la Independencia, el 16 de septiembre de 1810, la ceremonia de celebración la encabezará una mujer.
Nunca, en 215 años, habíamos tenido el privilegio de que fuera una fémina la encargada de lo que desde entonces se ha llamado El Grito.
Es por ello que en este año, más que en ningún otro tal vez, todas debemos estar atentas a lo que la presidenta, “grite” a las 11 en punto de esta noche desde el balcón del Palacio Nacional.
Será la primera vez que, en su paseo por el recinto para tomar la bandera, el papel de la mujer no sea sólo como acompañante y su participación comentada más allá que únicamente para hacer alusión a su imagen o vestido (que si está bonito, que si se ve gorda o flaca, que si el color le favorece, que si trae chaleco blindado, que si …).
Esta será la primera vez que a una mujer la acompañe un hombre en su recorrido, y no hacia el altar, sino a la máxima ceremonia cívica del país.
Será la primera vez, en casi un cuarto de milenio, que la escolta del Heroico Colegio Militar entregue la bandera a una presidenta.
Será la primera vez que una mujer decida por quién gritar desde el Palacio.
Será la primera vez que una presidenta haga tañer la campana de Dolores.
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