Document

Por Linda Atach
“Yo también soy un buscador. Pero mis sueños no son como los tuyos. No puedo evitar pensar que en alguna parte del universo tiene que haber algo mejor que el hombre.

George Taylor, Astronauta líder en la película “El planeta de los simios”, 1965.

Dejando de lado a los iluminados de tiempos bíblicos, no existe profeta más certero que el artista, ni fuente de verdad más poderosa que la creación literaria. Publicado en 1963 por el francés Pierre Boulle, el entonces futurista libro El planeta de los simios (La planète des singes), vaticinó la caída de los valores de la sociedad con una crudeza apenas necesaria para los turbulentos tiempos que se vivían e inspiró uno de los largometrajes de ciencia ficción más famosos de todos los tiempos. 

La película, lanzada en febrero de 1968 -su producción se había puesto en marcha el mismo año de la publicación-, narra un ambicioso viaje intergaláctico realizado en 1974, o sea cuatro años “después” de su estreno. Liderada por el capitán Taylor, la nave “Icarus” -refiera refiere al mito griego y la enseñanza “quien vuela muy alto se quema”-, vuelve a la Tierra en el año 3978,  a dos mil años de su despegue, aunque para el líder y sus acompañantes sólo han pasado 18 meses.

En el filme cada mensaje tiene una intención, lo más parecido a un aviso, la valiente denuncia de los críticos o el grito desesperado de los más sensibles, de ahí que resulte casi natural que de los cuatro astronautas, la única que no consiga resistir el viaje sea la mujer y que, lejos de conquistar el espacio, el reto de la época con la carrera hacia la luna, los viajeros aparezcan en un planeta para ellos desconocido, pero extrañamente familiar, gobernado una por horda de simios racionales, captores de una raza humana incapaz de hablar.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.