Por Lourdes Encinas
Igual que en la batalla de Karánsebes de 1788 —cuando el ejército austríaco terminó enfrentándose a sí mismo creyendo que era el enemigo—, mi sistema inmune también se confunde y pelea contra amenazas imaginarias.
Al ejército austríaco, esa confusión le costó por lo menos mil bajas; a mí, me toca lidiar con padecimientos muy reales generados por el exceso de defensas que mi cuerpo produce cuando no las necesita.
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