Por Lourdes Encinas Moreno
Hace unos meses encontré en redes sociales una imagen del movimiento antifascista con la leyenda: “Fans de Juan Gabriel contra el fascismo”, acompañada por el rostro del cantante bajo las banderas roja y negra, distintivas de ese símbolo.
Como fan de Juan Gabriel y opositora al fascismo, guardé y compartí la imagen. “A ver, si no termino en la lista negra del señor Trump”, pensé, después de que decidiera designar a los Antifa (abreviatura de antifascistas) como organización terrorista. Una acción que, lejos de ser ocurrencia aislada, forma parte de una estrategia más amplia para criminalizar la resistencia democrática.
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