Necesito que te la lleves, porque aquí me la van matar…

Si una mujer entra a un penal, en su gran mayoría se quedan abandonadas por sus parejas, así como por su familia.

Necesito que te la lleves, porque aquí me la van matar…
Lourdes Mendoza

La vida de Claudia Sánchez Mayorga, quien cada día está más cerca de dejar atrás los casi 9 años de infierno en 3 penales y recibir justicia, tiene un antes y un después y ese es gracias a Rosario Robles.

“Supe por medio de las noticias cuando ella llegó a Santa Martha, pero se encontraba en un área de ingreso, así que jamás pensé que algún día podríamos cruzar alguna palabra. Hasta que un día, cuando comenzó el COVID –esto fue en mayo del 2020– la cambiaron al primer piso del dormitorio B y yo estoy en el segundo piso. Pasaron los meses y un día me armé de valor y decidí acercarme a la reja que nos dividía y le hablé”.

– “Sra. Rosario… Sra. Rosario, ¿cree que pueda darme unos minutos?” – a lo que me contestó –“¡Claro, con mucho gusto!”.

Yo llevaba mis documentos, recortes de periódicos y aunque temblaba le pregunté:

–¿Usted cree que pueda leerlos y darme sus puntos de vista?

Y ella me contestó:

–“No soy abogada, pero con mucho gusto los leeré y te daré mi punto de vista”.

Le agradecí y le dije que regresaba al día siguiente. Así lo hice, le comenté que estaba muy desesperada, ya de viva voz le conté un poco de mi tema y le dije que necesitaba que me ayudara a que mi caso se hiciera público, en ese momento ella me contestó que la buscara en una semana”.

El tiempo que de por sí en la cárcel pasa lento, ahora pasó aún más lento…

A la semana siguiente, no tarda ni perezosa, se le presentó y Rosario le dio el teléfono de Ivonne Melgar y le dijo que ella era una reportera muy humana, que la iba a ayudar.

Ivonne, sacó su historia en su columna de Excélsior el 8 de marzo del 2021, sí, en el Día Internacional de la Mujer…

– ¿Ivonne, qué fue lo que más te impresionó del caso de Claudia?

“La desesperación de que nadie la había querido oír. Que su palabra había sido nulificada en cada espacio en el que buscó la justicia. Pero, ¿sabes qué fue lo que más me dolió? La ceguera del sistema ante el dolor de una madre cuando entrega a su hija, cuándo se la arrebata, se la quitan… ¡Qué cosa! Pareciera, mana, que hemos normalizado la injusticia y sin haberla sentenciado, ya la justicia le había quitado todo”.

Mana –le contesté a Ivonne Melgar– no me lo vas a creer, pero justo de eso escribiré, pues pareciera normal y no lo es, que Claudia entregara a su hija a los 3 meses de nacida para evitar que se le muriera.

Vale la pena, comentar que Claudia se pone en contacto conmigo, también por Rosario Robles, cuándo el 8 de mayo de 2021, recibe la resolución de su sentencia, 22 años 6 meses de prisión.

“Me quise morir, de inmediato me fui a buscar con Rosario, ella me escuchó y me dijo que me tranquilizara, que ella haría algo para ayudarme, que le dejara la sentencia para que la leyera y que regresara al día siguiente, así lo hice y fue cuando me dio tu teléfono, le di las gracias, nos abrazamos entre las rejas y le dije que la mantendría informada”.

Al día siguiente Claudia me estaba marcando y tras escucharla solo le hice una pregunta: ¿eras tú la manager, la señora qué obligaba a las mujeres a bailar? Y sin temblarle la voz me contestó, que no, pues –le dije– soy mujer y tengo una hija y si tú hacías eso, mis principios y mis valores no me dejarían defenderte o luchar por ti. –“Soy inocente, te lo juro solo hacía mi trabajo en el área administrativa y mi horario era de 1 pm a 8 pm y entregaba recibos de honorarios para cobrar mi sueldo”.

La otra batalla…

Para Claudia, ser mamá lo era todo. Siempre soñó con ser mamá y tener que entregarla a los 3 meses de nacida para que no se le muriera, debió ser algo inenarrable, impensable, un dolor con el que NO ha aprendido a vivir. Pues, como la mandaron al hoyo y le daban de comer en bolsas, obvio, jamás produjo leche. le daban un pañal al día, ella y su hija estaban llenas de piojos, los cuales, les caminaban por la cara.

Imagínense la degradación: su hija salió del hospital donde la parió esposada de manos y pies, con la camisola de Claudia y cuando le dieron una para su bebé traía su número de presa, 1253. En marzo del 2014, cuando el frío arreciaba y no tenía cómo tapar a su bebé, tomó la decisión y le habló al papá de su hija.

–“Por favor ven por ella. Mi hija se me va a morir aquí si no te la llevas”.

Y así dejó de ver a su hija desde el 2013, hasta que llega a Santa Martha, el 4 de octubre del 2016 y 2 semanas después, recibe la primera visita.

“Tenía 3 años, su papá la traía cargada en brazos, aunque ya caminaba. Lloró y no me dejaba que la abrazara. ¿Cómo iba a querer si no me conocía? Logré que medio se acercara a mi porque pedí una pelota para que jugáramos, pero nunca la pude tener sentada en mis piernas. Estuvieron de 12 a 5 pm. Le dije a su papá que quería que la trajera cada 8 días y me dijo que NO, que este lugar no era un lugar para su hija”.

– ¿Cómo te quedaste?

– “Mal muy mal lloré y lloré, frustrada”.

– ¿Te arrepentiste de haberla entregado?

– “NO porque la vi bien, con el pelo chino como el mío y divina, preciosa como ve uno a los hijos, divinos”.

El papá de su hija, no regresa e interpone una demanda de divorcio y se entera cuando un actuario la notifica en abril del 2017. Pero eso no era lo peor, lo peor es que, de acuerdo con el expediente 1799/2017 argumentó que Claudia no tenía derecho a ver a su hija ya que se encontraba en la cárcel, por lo que pedía la guardia y custodia definitiva de la niña.

Cuando Claudia llegó a Santa Martha, venía muy mal física y anímicamente, pero meses después decidió estudiar derecho y entró al quinto semestre, pues no se iba a esperar a que comenzarán a dar la licenciatura y una de sus materias era derecho familiar, entonces…

“Envié un escrito a la consejería jurídica de la CDMX, para poder tener a un abogado, pero me dijeron que un abogado NO puede litigar y notificar en materia familiar a una presa”.

Indignante, por decir lo menos, ¿dónde habrán perdido estos abogadetes, el espíritu de justicia?

“Pero yo no me doblé. Interpuse una queja en CNDH para que ellos mandaran un oficio de colaboración a la Consejería Jurídica y me defendieran. En InMujeres, me contestaron que solo me darían asesoría vía telefónica”.

Gracias a la CNDH, obvio, no la de Rosario Piedra, le mandaron una quesque “abogada” y así en comillas, pues no me lo van a creer, en el escrito se le olvidó pedirle a la jueza que en lo que se resolvía el tema de la guardia y custodia definitiva, le dejara tener visitas de su hija.

“Me enojé con ella, ¿cómo era posible que omitiera las visitas? Entonces, metí una queja ante la contraloría interna de la Consejería y hasta la acusé con el entonces director de la Consejería de Defensoría de Servicios Legales de la ciudad.

– ¿Cómo hiciste eso? ¿Cómo lo lograste?

– Ah, pues todos los llamaba al conmutador del juzgado de lo familiar 5551281122 y te dice, si su tema es civil, penal, familiar, etc., marque a tal extensión…  Y pues con la pena, lo hice diario a todas horas hasta que lo logré, me contestó y le expuse mi situación y me mandó un nuevo abogado”.

Está anécdota Claudia me la cuenta entre risas…

“La batalla fue durísima, pues y aunque me sabía sola y que soy inocente, en la demanda de divorcio argumentó que yo estaba loca. Solicitó pruebas psiquiátricas y psicológicas, mencionando que yo no era apta para ver a mi hija, que Santa Martha tampoco era apto para traer a un menor. Además, intervino el DIF y la procuraduría del menor. Siempre me he preguntado el por qué su decisión de dejarme sola, pero más allá de eso, ¿el por qué querer alejar a mi hija, su hija, de su mamá?”.

A pesar de todo, Claudia le ganó la batalla y la segunda vez que se vieron fue en febrero del 2020, la niña ya tenía 7 años y no la volvió a ver porque se vino la pandemia

“Tras ganar la demanda, mi hija por teléfono llorando me dijo que no quería venir a verme, que este lugar era muy feo y que ella no vendría, eso me lastimó mucho a lo que yo le contesté: hijita, si no quieres venir, no te voy a forzar, solo quiero que sepas que te amo y siempre voy a estar para ti, colgué el teléfono y lloré y lloré.

Hoy por hoy, porque la jueza Lic. Blanca Ivonne Avalos Gómez, me concedió una visita al mes para poder ver a mi hija, hoy ya comienzo a tener un poco de comunicación con ella. La última vez que la vi (la tercera) fue el pasado mes de junio. Me pregunta que cuándo me voy a ir de este lugar. Ya tiene 8 años con 7 meses y ya entiende más las cosas. Yo le digo que hoy el jefe de los jueces y magistrados (el ministro presidente Zaldívar) revisará mi caso y les jalará la oreja a los magistrados y jueces para que hagan bien su trabajo; y mi hija con eso se conforma, ella piensa que así será y yo estaré con ella muy pronto”.

Espero que el padre de mi hija recapacite y se dé cuenta que a quien le está haciendo daño más allá de hacérmelo a mí es a nuestra hija, finalmente hoy creo en el poder judicial ya que el Ministro Presidente me volteó a ver y sé que cumplirá su palabra y podrán resolver conforme a derecho”.

Y luego nos preguntamos, ¿por qué en México no existe la cultura de la denuncia?

Cómo bien lo ha estado diciendo el ministro presidente Zaldívar, a las mujeres hay que visibilizarlas. Si una mujer entra a un penal, en su gran mayoría se quedan abandonadas por sus parejas, así como por su familia.

Alcemos la voz, exhibamos a los malos funcionarios públicos y a los jueces… Elevémosles el costo de no hacer su trabajo.

Rosario Robles, eres una gran persona, sin duda eres un antes y un después en Santa Martha y en la justicia mexicana.

@lumendoz

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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