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Por Luciana Wainer

Cuando se escucha hablar a Álvaro Quiroz cuesta creer que todas sus experiencias quepan en 25 años. De adolescente, vivió en situación de calle, fue víctima de acoso y violencia por su orientación sexual y se refugió en el dibujo para hacerle frente a lo que le estaba ocurriendo. Más tarde, fundó Brigada 12 —un proyecto social orientado a la atención de personas en condición de calle— y se dedicó de lleno al activismo y la prevención de la violencia, mientras seguía su camino artístico como autodidacta. Originario de Atotonilco el Alto, Jalisco, sufrió de amenazas, como tantos otros activistas sociales, y en 2019 vio que la casa hogar estaba a punto de cerrar por falta de recursos. Ante ello, organizó una subasta con su propia obra. “Empecé a usar lo que estaba estudiando, mi arte, como un medio para financiar los programas, los eventos, las necesidades que teníamos”, dice Álvaro en entrevista para Opinión 51. Y fue el arte, precisamente, lo que lo llevó a ser el primer artista mexicano en exponer ante líderes mundiales en la 16ª Reunión del Grupo de Trabajo sobre Asistencia Técnica de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional con su serie Ecos de realidad

Foto: Organización de las Naciones Unidas (ONU)

“Una vez, en una entrevista, me preguntaron si no tenía miedo ante las amenazas y, pues, la verdad es que sí. A partir de allí me pregunté qué pasaría si dedicara 100% mi vida al servicio y a cambiar mi entorno y según las estadísticas lo más probable es que termine en una bolsa. Allí empecé a conectar y a hablar con distintos activistas a diferentes partes del mundo y me decían que habían recibido amenazas o que ya estaban refugiados o, incluso, que habían tenido intentos de asesinato”, asegura Álvaro.

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