Document
Por Magdalena Mardones*
audio-thumbnail
Audiocolumna
0:00
/312.408

En un mundo impulsado por la IA, la infraestructura digital y la sustentabilidad, se abre una conversación urgente: ¿cómo aseguramos que las mujeres sean parte de esta transformación? Las cifras hablan: para 2050, 75% de los empleos estarán relacionados con disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), según la ONU. Sin embargo, las mujeres representan apenas 28% de la fuerza laboral en estos sectores.

Mientras la inteligencia artificial transforma el mundo laboral, el verdadero desafío es humano: si las mujeres no acceden a los nuevos empleos tecnológicos, el progreso será incompleto. La brecha de género en STEM no es solo un número, sino una barrera que limita la innovación y el desarrollo. Por eso, es el momento de impulsar su participación y garantizar que formen parte activa del futuro del trabajo.

La industria tecnológica impulsa una transformación profunda en la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos, liderando avances en conectividad, IA e innovación. Su crecimiento ha generado millones de empleos en campos como la ingeniería, la automatización y el análisis de datos, fortaleciendo la economía digital y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, persiste una brecha de género. Esto nos invita a promover inclusión y diversidad para que más mujeres participen activamente en esta evolución.

No se trata solo de un tema de justicia, sino de estrategia. Un estudio de McKinsey muestra que las empresas con más de 30% de representación femenina logran mejores resultados, y que los equipos de investigación y desarrollo con diversidad de género tienden a ser más innovadores. La inclusión, por tanto, no es un gesto simbólico: es un factor clave para la competitividad.

Por eso es tan importante hablar del reskilling. La actualización de nuevas habilidades permite adaptarse a las nuevas demandas del mercado, expandiendo conocimientos profesionales para migrar hacia áreas STEM, lo que permite integrarse a una economía que requiere mentes para diseñar, mantener y optimizar la infraestructura digital que sostiene al mundo. Si tomamos en cuenta la situación, incluso precaria, de muchas mujeres en el mundo, el reskilling no solo mejora la empleabilidad y la adaptabilidad, también brinda independencia económica y desarrollo personal.

En México, las mujeres representan 22% de las graduadas en carreras STEM, pero apenas 13% trabaja en estos sectores, y apenas 17% participa en TI, según la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti). Sin embargo, el desequilibrio que reflejan estas cifras puede comenzar a corregirse si se trabaja en 3 niveles: 

  • Desde la familia y la escuela, eliminando estereotipos que limitan. La ciencia no tiene género, y el interés por ella debe cultivarse desde la infancia. 
  • Desde la política pública, impulsando becas, mentorías y programas de formación que promuevan la participación femenina en tecnología. 
  • Desde las empresas, implementando políticas reales de equidad que garanticen oportunidades laborales y profesionales, y que permitan a las mujeres desarrollarse en sus distintos roles. 

Por ejemplo, desde la trinchera de los desarrolladores de tecnología, se han implementado programas de mentoría y liderazgo para ingenieras y técnicas, acompañándolas en su desarrollo profesional dentro de la industria de centros de datos. Tal es el caso de Vertiv Academy Latin America, un espacio de formación práctica en infraestructura crítica, energía y tecnologías avanzadas que replica la experiencia de un centro de datos real. Con programas accesibles y recursos como la realidad aumentada, esta iniciativa facilita el aprendizaje técnico y prepara a profesionales para los nuevos desafíos promoviendo la inclusión y participación de mujeres en la región.

Por otra parte, los entornos tecnológicos necesitan voces diversas que integren innovación y ética. Las mujeres, gracias a su visión integral y enfoque colaborativo, aportan una perspectiva más responsable y humana al desarrollo tecnológico. Según un estudio del Inter-American Development Bank Group, al cerrar la brecha de conocimiento tecnológico de género, se podría añadir alrededor de 2 billones de dólares al PIB mundial, ya que la fuerza laboral menos calificada suele estar compuesta por mujeres. Por tanto, la equidad no es solo un principio moral: es una oportunidad económica real.

México tiene un papel relevante en este cambio. El país es hoy el segundo mercado más grande de Latinoamérica en centros de datos, y el número de mujeres sigue creciendo en el sector. Por nada, la Asociación Mexicana de Data Centers asegura que 75% de las becas de profesionalización en la industria de los centros de datos han sido otorgadas a mujeres.  

Cerrar la brecha de género mediante formación, mentoría y políticas de equidad puede transformar no solo la industria tecnológica, sino el futuro del empleo. La revolución digital no puede construirse con solo la mitad del talento: incluir a más mujeres en STEM es apostar por una innovación sustentable, economías resilientes y una sociedad verdaderamente equitativa. La IA ha cambiado al mundo; ahora también debe cambiar la forma en que participamos y nos relacionamos en él.

*Magdalena Mardones lidera estrategias innovadoras para fortalecer el posicionamiento de Vertiv en Latinoamérica. Con más de 10 años de experiencia ha ocupado roles clave en América del Norte y el Cono Sur. Es graduada en Comercio por la Queen’s University Belfast y posee un diplomado en Administración y Estrategia de Mercado por la Universidad del Desarrollo en Chile.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.