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Por Mariana Conde

Es claro que cuando alguien nace para ser el centro de atención, lo cumple. El Chicharito Hernández ha tenido encima nuestras miradas desde su adolescencia y su debut en el fútbol profesional.

Todo el que no haya estado las últimas dos semanas en un detox de redes, ha visto esa atención intensificarse sobre el ídolo del balompié, pero por razones distintas y desafortunadas. A señalar: una verborrea de macho herido a quien no le gusta lo que ha pasado en el país en su ausencia, ni en su vida personal y tal vez, tampoco en la profesional. Seguida luego, como dicta el libreto, por una disculpa forzada y zapes por parte de su equipo, de la Federación mexicana de fútbol y sus patrocinadores.

Lo sucedido es moraleja de que no todo el que tenga un foro tiene la capacidad de aprovecharlo, ni todo a quien se dé un micrófono debería usarlo. Si lo suyo, lo suyo es patear la pelota, ¿para qué meterse a gurú de desarrollo personal femenino? (para féminas que quieran desarrollarse como tradwife, súbitas de los hombres de su vida).

Existe en el mundo múltiples portavoces de causas que valen la pena. Yo asumo que observan, se preparan y piensan antes de hablar. Lady Di dedicó su plataforma a hacernos mirar predicamentos mundiales como el problema de las minas terrestres en Camboya. El artista plástico Ai Wei Wei usa su lenguaje literal y artístico como una forma de protesta contra el régimen Chino, la censura y la corrupción. Y el ejemplo más certero para nuestro leguminoso campeón nacional, quizá sea Roger Federer. 

Federer, en uno de los discursos más vistos en 2024, se dirigió a los graduados de la universidad de Dartmouth resaltando, al igual que el Chícharo en múltiples entrevistas, la necesidad de disciplina, trabajo duro y paciencia para lograr las metas. Regala a los alumnos tres lecciones: 1. Ganar sin esfuerzo es un mito; 2. Un punto es solo un punto, y la más relevante para el tema en cuestión: 3. La vida es más grande que la cancha, en la cual habla de la importancia irreductible de ser buena persona, mantener relaciones sanas y ayudar a otros en este mundo inmenso, contribuyendo a algo más importante que uno mismo.

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