Por Marilú Acosta
A Eleanor Roosevelt se le atribuye la frase: Great Minds Discuss Ideas; Average Minds Discuss Events; Small Minds Discuss People; sin embargo el concepto lo encontramos desde Sócrates. Las grandes mentes discuten ideas, las mentes promedio eventos y las pequeñas mentes discuten personas. Las últimas 72 horas hemos visto a políticos y su fandom, a la cúpula sapiente de medios de comunicación, tuiteros influencers y líderes de opinión tradicionales y digitales, discutir exclusivamente personas. Unos discuten a AMLO como el mesías o el tirano, otros a Yunes como el traidor o el salvador, hablan sin sospecha de Barreda como el inocente desaparecido y de Noroña como el porro o el que puso orden en la sesión. Discuten personas y si bien nos va eventos: “recordaremos el 11 de septiembre como el día en que…” ¡Qué lejos estamos de discutir ideas!
En estos días le han querido dar toda la responsabilidad a un Miguel, que aunque tenga nombre del soldado que vence con su espada al Dragón, ni soldado, ni vencedor; en realidad es el chivo expiatorio de una sociedad que no supo ser una ciudadanía que defiende la verdad, la justicia y la libertad. Dentro de quienes hoy se lamentan la traición de Miguel y quienes van tantito más lejos señalando a Marko como Judas Iscariote, en su momento votaron por AMLO, le dieron el beneficio de la duda una y otra y otra vez. Le justificaron violaciones Constitucionales “porque tiene buenas intenciones”. Callaron las ilegalidades, no dejaron de ponerlo en noticieros y primeras planas, lo enaltecieron como líder social y festejaron su presidencia autoproclamada y la que hoy vive los estertores de un final apocalíptico. Enfurecidos están con haber mentido (tantas falsas noticias que replicaron), y porque no se les cumplió el milagro del 43, ese número mágico que el presidente utilizó como escalón para subir al poder y que parte de la sociedad usó para aparentar que le importa la gente. El 43 fue la última quimioterapia de una estrategia mal administrada que nunca hizo retroceder la multiplicación de células cancerígenas. Fueron 41 y el milagro no llegó, ¡qué sorpresa!
México es un paciente invadido de cáncer porque su sistema inmunológico dejó de funcionar: la ciudadanía, los poderes de la unión, el sentido común, los empresarios, los burócratas, los comunicólogos y líderes de opinión. Se permitió el crecimiento y multiplicación de células que no cumplen el mínimo necesario para considerarse células funcionales. Cada órgano de México está formado con células defectuosas, de mentes pequeñas, pertenecientes al crimen organizado, a la clase política, a la sociedad civil, a las industrias, que por comodidad, intereses personales, saturación y supervivencia han preferido aferrarse a la simulación. Cierran los ojos como bebés que piensan que sin su mirada, la realidad desaparece y al abrirlos aparece mágicamente un mundo con amor al pueblo, estado de derecho, sin mitómanos, ni narcisistas en Palacio Nacional.
La simulación se sostiene por las reiteradas declaraciones de políticos y su fandom: “cumplimos el mandato del pueblo”. Ni es mandato (eso no se votó el 2 de junio), ni es del pueblo (no es lo que quiere, ni lo que necesita). “La cuarta transformación va” con su primer y segundo piso, no es una simulación. Se está transformado a México, como se transforma un cuerpo con metástasis, con SIDA, con falla orgánica múltiple, como se descompone un cadaver bajo el sol. La simulación está en no oler la putrefacción, en no aceptar los escombros institucionales, en no querer hacer un duelo por todo lo perdido. La cuatroté destruye todo lo que toca y la reforma judicial no será la excepción.
“Ahora que llegue Claudia, las cosas serán distintas”, es la quimioterapia que se quiere administrar dentro del féretro. ¿En serio se van a sorprender cuando no sea así? Empecemos a alimentar nuestras mentes, dejemos de discutir personas, pongamos los eventos dentro de los almanaques y tengamos la valentía de discutir ideas. ¿Cómo vamos a cimentar el México que queremos dejarle a las futuras generaciones? ¿Cuánto nos vamos a tardar en entender que, si bien nos va, por lo menos un par de generaciones vivirán en el caos de la reconstrucción?
¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna lo hizo. (Lope de Vega) Todos matamos a México, no fue Yunes el traidor, que simplista análisis, ni que tuviera tanto poder, lo traicionamos todos y todas, desde hace décadas. El gobierno que tenemos es para el que nos alcanzó, si no cambiamos en lo personal, seguiremos discutiendo personas y señalando chivos expiatorios, con tal de no aceptar nuestra responsabilidad, porque tenemos el gobierno que nos merecemos.
Por cierto, ¿qué dictador que se respete utiliza a su esposa como escudo después de hacer evidente su tiranía? Que yo sepa, ninguno. Es que ni eso hace bien.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
Comments ()