Por Marilú Acosta
El IMSS es una institución privada (directamente en 66%), porque la paga el patrón (33% de iniciativa privada), 33% el trabajador y 33% el gobierno (con los impuestos generados por la iniciativa privada). Es conocimiento de todos (y si no lo es, es momento de enterarse) que quien toma decisiones sobre una institución privada, es la ideología e idiosincrasia política, impactando directamente sobre el tiempo, calidad de vida, salud de las personas y atención médica que se le brinda. ¿Basados en la ciencia? ¡No! Basados en la inconsciencia de quien en su absoluta soberbia considera que su pequeña capacidad de razonamiento es suficiente y sobre todo es mejor que cualquier experiencia, método científico, experimentación y resultados previos. El servicio del IMSS, y de todo el sistema sanitario en México, ha ido de mal en peor con esta transformación de cuarta en la que el “nosotros no somos iguales”, ilusamente, por no decir irracionalmente, se tomó como un “nosotros somos mejores y lo vamos a hacer increíble y ahora sí vamos a ser un país primer mundista”. En realidad el “nosotros no somos iguales” significó y sigue significando: nosotros vamos a tomar el poder, con rencor destruir lo construido, en venganza robar hasta la desfachatez y decir que la culpa es de los demás, porque a nosotros nos importa un comino la población y el respeto al dinero que produce la ciudadanía.
El 4 de septiembre, el ciudadano mexicano Martín Arellano Solorio; relató en sus redes sociales lo siguiente (entre otras):
12:47 pm RT POR FAVOR Necesito ayuda @Tu_IMSS probable infarto y no hay aplicación código infarto ni puedo moverme. @zoerobledo @Claudiashein
Sobre esa publicación, a las 5:53 pm publica: Ya me trasladaron y aquí no me atienden.
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