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Por Marilú Acosta
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Le Canard enchaîné, es un semanario de oposición, satírico y de investigación que lleva publicándose en Francia desde la 1ª Guerra Mundial (1915). Sus investigadores se toparon con oficios del Ministerio de Salud, fechados el 18 de julio, que giran instrucciones a directores sanitarios regionales, siguiendo las disposiciones de la Secretaría General de la defensa y seguridad nacional; una agencia interministerial del ejecutivo, creada en 2009. Solicitan establecer, para marzo 2026, centros médicos ubicados en los alrededores de estaciones de autobuses, trenes, puertos marítimos y aéreos, para atender soldados heridos extranjeros, que una vez estables se enviarán a sus países de origen para su recuperación.

El 26 de agosto Le Canard enchaîné hace pública la información; otros medios de información preguntan y el Ministerio de Salud responde que no hay de qué alarmarse, son ejercicios que aceitan la respuesta sanitaria ante emergencias por calentamiento global, pandemias, desastres naturales, y así. No es por intrigar, pero Europa no soltará la sede de la 3ª edición de la guerra mundial. Por algo el mundial de fútbol (2026) y las olimpiadas de verano (2028), serán en América del Norte. Las olimpiadas de invierno, las organiza Italia en febrero 2026, justito antes de la fecha prevista para recibir heridos. Todo en orden.

Si esto fuera un memorándum, la indicación sería leer a la brevedad el libro Los médicos de la guerra, de la Dra. Fernanda Hernández. Son 15 relatos de médicos militares, todos, la autora incluida, egresados de la Universidad Militar Nueva Granada, de Bogotá, Colombia. Fernanda recopila experiencias de un país que no tuvo empacho en aceptar tener una guerra interior y responder con lo necesario. Parte de la estrategia para enfrentar la cotidianidad colombiana de producir heridos sin parar, fue atenderles sin importar al bando al que pertenecían, porque eran humanos cuidando humanos. Es un texto entrañable que logra hacer sentir la guerra como un lugar en donde se descubre, entre sus historias, la esencia de la humanidad: no se desampara a nadie. A los entrevistados, Fernanda les pregunta si volverían a ser médicos militares, en automático respondieron sí, a pesar de todo lo vivido y precisamente por todo lo vivido. El libro dibuja la silueta de la maldad humana; lo desgarrador y dolorosa que es la guerra para todos los involucrados, pero en medio de esta ausencia de paz, hay personas que se dedican a auxiliar y consolar; las ganas de ayudar nunca faltan, ni sobran.

Hace casi cinco mil años, entre las ciudades-estado de Sumer y Elam, en Mesopotamia, ocurre la primera guerra documentada de la historia, de la cual se tienen relatos, vestigios arqueológicos, y se sabe que el vencedor se quedó con las armas de bronce del vencido. La guerra ha gestado muchos avances y ha impulsado nuevas realidades. A partir de las hostilidades, ha habido crecimiento económico, desarrollo tecnológico, literatura épica, conocimiento de física, de medicina e incluso la estructura de la formación del personal de salud ha sido fruto de los conflictos bélicos. Las guerras en el mundo, son un continuo que convierte las declaraciones de inicio o fin en un acto arbitrario, para auto congratularse y con ganas de festejar los próximos aniversarios. Si iniciara la 3ª guerra mundial en marzo 2026, es porque ya está ocurriendo.

En México, llevamos la lucha en la sangre como cualquier otro humano, el dilema es que esa sangre se derrama cada día más y nadie reconoce los enfrentamientos militarizados por parte del crimen organizado, llevándose a cabo dentro del terreno de lo civil. No somos una Francia que fortalece un sistema sanitario para apoyar a los soldados propios y ajenos. No somos una Colombia que estructuró una formación y una respuesta sanitaria ante la guerra interior. Somos una sociedad que se embriaga con palabras, que cierra los ojos ante lo evidente, que desmantela el sistema educativo, el sanitario, que justifica el desvío de fondos para comprar voluntades y que cuando los ciudadanos mueren, el gobierno les finca la responsabilidad de su muerte, pero antes, los pierde para no aumentar las cifras de los caídos por la guerra.

México es heterogéneo y se refleja en los múltiples matices de su guerra interna. ¿Cuántos médicos viven en medio del combate? ¿Qué avances han aportado a la sociedad estos enfrentamientos? ¿Cuántas historias de guerra habrá entre mexicanos? Tendríamos que recopilarlas, para honrar su trabajo y también para recuperar un poquito de fe en la humanidad.

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@Marilu_Acosta

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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