Por Marilú Acosta
En los huesos, pero usando sombrero francés con plumas de avestruz” dijo José Guadalupe Posada hace algunos ayeres, al plasmar en metal a la Calavera Garbancera, representando a cierto tipo de personaje mexicano: los famosísimos y siempre reconocibles nuevos ricos. Esos quienes no saben cómo utilizar la moda a su favor, ni de qué manera invertir el dinero que engorda su recién adquirida y ostentosa billetera. Los garbanceros eran de linaje indígena, pero los nuevos ricos pueden ser blancos de ojos azules con pelo amarillo o de cualquier pantone que se les ocurra. El pelo puede llevarse obsesivamente lacio o bicolor entre cacao y natilla, corto u ondulado, con rayos plateados o rojos rebeldes, aquí no hay límites. Más que el color externo, es la tonalidad de la carencia lo que les resalta. Carecen de cultura, buen gusto, estética, empatía, consciencia y sobre todo, de paz interior. Poseen un hueco espiritual, psicológico y emocional, que no se llena con nada, ni llevando sombrero francés con plumas de avestruz. Por otro lado, su vacío intelectual carece de impulso por llenarse.
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