Por Marilú Acosta
Érase una vez un profeta llamado Isaías consejero del Rey Acaz (s. VIII a.E.C.). Para darle tranquilidad al Rey y contexto temporal, lo que comenzó con un: tranquilo mi rey, para cuando la bendición de esta joven embarazada camine, verás tus problemas solucionados (Isaías 7:14), terminó en: la madre del mesías debe ser virgen, y por lo tanto las mujeres y la divinidad o son vírgenes o son putas. El texto original en hebreo usa la palabra Ha'almah - la joven(הָעַלְמָה), que al traicionarla (traducirla) al griego, le pusieron Parthenos - la virgen (παρθένος), cuando la palabra hebrea para virgen es Betulah (בְּתוּלָה).
En la cultura judía, el sexo dentro del matrimonio es sagrado (Mitzvá), por lo que no son necesarios una fecundación y nacimientos virginales para ser Mesías, más bien requiere ser un líder humanista y descendiente de sangre del Rey David. Al sostener la virginidad de María, se anula la paternidad de José, quien sí era descendiente de David, quitándole inmediatamente la sangre real hebrea a Jesús, pero le otorga el nivel de Dios griego.
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El evangelista Mateo es el abogado que escribe para los judíos. Quiere comprobar a los rabinos incrédulos, que Jesús sí es el Mesías, para que lo reconozcan como tal. Toma el antiguo testamento como sostén legal para demostrarlo y cita textualmente a Isaías, en su versión (errónea) griega: Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, (Mateo 1:22). Ni Isaías hablaba del mesías, ni se utilizó la palabra virgen y de un plumazo le da todos los argumentos a los judíos escépticos para decir: Jesús no es el mesías, no tiene sangre del Rey David.
La versión griega de la Torá, conocida como la Septuaginta (250 a.E.C.), fue solicitada a 72 sabios judíos por el Faraón Ptolomeo II; descendiente de uno de los generales de Alejandro Magno. No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que quien traicionó el texto fue el Faraón. A pesar de estar encerrados cada uno en una celda, los 72 sabios coincidieron palabra por palabra en la traducción. El micromanagement del Faraón se puso intenso, permeando en el texto su cultura griega.
Esta exaltación de la virginidad por parte de los griegos tiene sus orígenes con los hippies de la Grecia arcaica. Los Órficos (560-500 a.E.C.) pensaban que el alma es buena y divina; y el cuerpo es la tumba y castigo. Pitágoras (570-495 a.E.C.) los retoma y les da estructura a su pensamiento. Platón(427-347 a.E.C.) la convierte en Filosofía Académica y el conquistador Alejandro Magno (356-323 a.E.C.) viraliza a Platón, para establecer que ser culto equivale a pensar como él.
Al nacer Jesús judío y dentro de una fuerte cultura judía, pensaríamos que prevalecería la libertad del disfrute del cuerpo, pero no. Estar rodeado de un imperio que desprecia el cuerpo fue suficiente para que el himen de María y de las mujeres fueran tema de discusión de los Padres de la Iglesia y demás pensadores y legisladores. Otro evangelista, Lucas, es el médico literato que cuenta la historia que habría de competir con las gestas mitológicas griegas. Al no ser judío, le habla a romanos y griegos desde sus mitos. No cita a Isaías, ni la supuesta profecía, se va directo al interrogatorio médico a María. En un acto de fe en la palabra femenina (lo único que debiera retomarse), valida la virginidad de María por sus propias palabras: ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón. (Lucas 1:34). Y ya: María fue fecundada a la usanza mitológica, con una sombra que cae sobre ella. Porque la divinidad humana grecorromana, sólo se entiende cuando un Dios del Olimpo preña a una humana femenina. El diagnóstico: es virgen y el padre celestial.
Los Gnósticos son los Cyberpunks de la historia: se sienten atrapados en una Matrix (la materia) creada por el Dios de los judíos. El Hardware (el cuerpo), es una basura que reproduce cuerpos atrapa almas y para escapar de esto tienen que encontrar el Código Fuente (la Gnosis). Jesús tenía que ser un holograma o no era el Mesías. Para aglutinar a todos y no se les escaparan fieles, el cristianismo no judío del inicio, crea un texto en el año 145 que cuenta el parto de María y cómo se mantuvo intacta su virginidad.
Esta obra de ficción está escrita por un pseudónimo: Santiago, El Justo; medio hermano de Jesús, hijo de José (pero si Jesús no es hijo de José…). Durante 14 siglos fue El Nacimiento de María o La Historia de Santiago; en 1552 Guillaume Postel bautizó el texto como Protoevangelio de Santiago. Es el testimonio de dos parteras: Zelomi, que sólo con ver la escena exclama: ¡Una virgen ha dado a luz, cosa que no permite la naturaleza! Salomé dice: si no introduzco mi dedo y examino su naturaleza, no creeré que una virgen ha dado a luz[…] Salomé metió su dedo. Desde entonces la violencia obstétrica está presente en los momentos más vulnerables de una mujer. ¡No nos ayude compadre! Entró como Caballo de Troya queriendo sostener la divinidad de Jesús y destruyó la energía femenina.
La estocada final la da San Jerónimo (s. IV), el santo patrono de los traductores y autor de la Vulgata (la Biblia que la Iglesia usó 1500 años). Valida la traducción griega de Isaías con Virgo (Virgen en latín) en “la profecía”, en la edición para el público hispanoparlante, Reina-Valera (1960), está Virgen.
Se pone peor pero hasta aquí me quedo. El sexo (guácala qué rico), malinterpretado por milenios, ha hecho del gemido de placer de una mujer algo más escandaloso que respetar la lógica y verosimilitud de un Mesías.
¡Feliz Navidad!
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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