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Por Marilú Acosta

La salud mental no debería de ser un meme. Sin embargo, la simplificación de los memes ha logrado visibilizar muchas de las situaciones dolorosas, complejas y retadoras con las que nos enfrentamos diariamente. Los memes nos dan permiso de reírnos de circunstancias abrumadoras, de lo que debería de ser una tragedia, de lo que no podemos cambiar porque la inercia social es inmensa. Los memes han abierto un espacio para hablar de la toxicidad en una relación, principalmente de pareja, aunque entran también las amistades, las relaciones fraternales, los superiores inmediatos con los subordinados, etcétera. A los memes que reflejan esa toxicidad les llueven comentarios de “sí soy” o etiquetando a alguien “sí somos”, “sí eres”. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? En dónde comenzó lo tóxico, ¿con los hijos o desde los padres? ¿Fue la genética, la crianza, las circunstancias, el entorno o atestiguar la relación tóxica de los papás?

Alguna vez escuché: “Qué bueno que eres mi amiga porque si fueras mi pareja esto no te lo aceptaría, me sentiría humillado”. Esto siendo un ofrecimiento de apoyo. ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué cambia cuando se está en una relación u otra? Y no me refiero a la parte física de expresión amorosa (a la interacción genital), sino a por qué hay situaciones aceptables entre una amistad y no aceptables dentro de la pareja. ¿Por qué ofrecer ayuda se siente como humillación si viene de una pareja? En nuestro inconsciente colectivo, familiar y personal traemos distintas apps que se activan de acuerdo a lo que vivimos. Estas apps se prenden conforme nos deslizamos en las distintas relaciones y nos descubrimos siendo de tal o cual manera porque dejamos lo desconocido para volvernos amistad o iniciar un noviazgo; pasamos después al compromiso y luego cambiamos a matrimonio, para finalmente entrar al mundo del divorcio o la viudez. Cada etapa tiene sus reglas y tradiciones, para eso están las apps de nuestro inconsciente, para funcionar sin que nos demos cuenta.

La app de la toxicidad puede venir precargada de fábrica en nuestro inconsciente. También está disponible en la tienda de apps para bajarse y si bien no siempre se puede borrar, sí puede desactivarse. Nuestra primera interacción con el amor, con la noción de pareja, la adquirimos de nuestros padres (biológicos o de crianza). La presencia de estas figuras no asegura una fuerte influencia y la ausencia no significa la falta de huella. Entre ellos pueden amarse profundamente, amar a sus hijos y sin embargo, traer la app de la toxicidad que compromete la salud mental.

Novelas, películas “de amor”, la publicidad, las fotos de Instagram nos cuentan historias en dónde el amor es lo único que importa. En realidad no es así. El amor no es el corrector de todo el caos que puede existir en nuestra cabeza y en nuestro corazón. El amor es la gasolina para alcanzar lo inalcanzable. Es el lubricante para deslizarnos por los lugares más extraños y recónditos de nuestro ser. El amor es el camino a la compasión. El amor es un estado efímero que requiere trabajo personal, cuestionamientos, terapia, cambios, para convertirse en un estado constante. La convivencia sana y respetuosa no proviene del amor, proviene de la educación, la escucha, de no tenerle miedo a mirarse a sí misma, de la flexibilidad, la aceptación, la honestidad y la humildad. La salud mental se alimenta de amor y también de respeto, admiración, satisfacción, felicidad, de reconocer los aciertos, guiar con suavidad y poner límites congruentes, justos y confiables.

El amor no es suficiente para que una pareja pueda ser plena, ni para que los padres aseguren la salud mental de los hijos, no es suficiente para salir adelante. No basta con decir: sí acepto, acepto el matrimonio o la convivencia o el embarazo porque te amo. Justificar todo tipo de violencia por que me ama. Quedarse ahí porque duele la separación. No divorciarse/separarse por el qué dirán o porque bajaría el nivel socioeconómico; o por una de las razones más apabullantes que hay: por mis hijos, pasándose a los hijos la estafeta de la responsabilidad de una pareja fallida.

Para una buena salud mental el amor no es suficiente, la salud mental se ejercita diario y se alimenta con la responsabilidad que cada quien asume de sus palabras y sus actos.

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@marilu_acosta

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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