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Por Marilú Acosta

Estaba yo domingueando a eso de las 21:40 cuando escuché un golpe seco, seguido de otros, del sonido de aire saliéndose y luego un silencio absoluto. No había terminado de salir el aire cuando yo ya había marcado al 911. Con el celular en el oído me asomé a ver qué había pasado: vi tres coches posiblemente involucrados y una moto que estaban levantando. La persona de la moto se encontraba en el suelo. Mi llamada duró 3 minutos y el que contestó me aseguró que la ambulancia iba en camino desde el lugar más cercano. Se fueron reuniendo personas alrededor de quien estaba en el suelo. Nadie sacó una sábana para cubrir el cuerpo, entonces no había muerto. Pasaron patrullas que se siguieron de frente. Se fue un coche. Llegó una aseguradora. Luego una grúa. Se escucharon sirenas, eran más patrullas que se seguían de frente. Veinte minutos después finalmente pude ver unos policías a pie que estaban tomando nota y hablando con las personas que estaban ahí. Se acomodó un coche para dejar de estorbar. Se escucharon sirenas por otra calle. Llegó otra aseguradora. Pasaron más patrullas. Se fue el coche que se había acomodado para no estorbar. Treinta minutos habían pasado y ya sólo quedaba un coche, dos aseguradoras, una grúa y el 20% de las personas que en algún momento rodearon al que estaba en el suelo. Llegó la ambulancia como si fuera pizza, treinta minutos después de solicitarla.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.