Otis y el modelo espagueti

Otis, fue diferente. Otis creció con una rapidez sorprendente, era un pequeño bebé que en menos de 24 horas se convirtió en un monstruoso huracán categoría 5.

Otis y el modelo espagueti
Marilú Acosta

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Marilú Acosta: Otis y el modelo espagueti
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Por Marilú Acosta

Los huracanes bebés nacen en la superficie del océano, tienen forma de tormentas eléctricas, y se alimentan de agua caliente. Entre más caliente esté el agua del mar, más rápido crecen. El calor juega a perseguir el aire frío que se encuentra cerca de las nubes sin dejarse alcanzar. Así se forma un remolino. Las tormentas tropicales (los huracanes preescolares) se emocionan por estar jugando, comen más agua caliente, se ensanchan y el juego de perseguirse hace que los vientos aumenten de velocidad. 

Los estudiosos de los fenómenos meteorológicos son como pediatras que le dan seguimiento al desarrollo de los huracanes. Tienen tablas de altura, velocidad y trayectoria. Los huracanes pueden llegar a crecer hasta 15 km de alto, la velocidad de los vientos tienen 5 niveles, que van desde un primer nivel de hasta 150 km/hr y que en el quinto la velocidad es superior a los 250 km/hr. Para la trayectoria, utilizan modelos matemáticos que las calculan y cómo estas trayectorias se parecen a los espaguetis, se llaman modelos espagueti.

Normalmente el crecimiento y desarrollo de los huracanes lleva su tiempo. El juego de perseguirse comienza como un tanteo, a lo mejor se parece primero a un juego de escondidillas. No saben avanzar, en un inicio. Después aprenden a deslizarse por el mar, buscando más agua caliente. Se pueden acercar a las costas y quizá sienten que se han alejado demasiado de su mamá que es mar adentro y dejan de perseguirse con la misma fuerza. Otis, fue diferente. Otis creció con una rapidez sorprendente, era un pequeño bebé que en menos de 24 horas se convirtió en un monstruoso huracán categoría 5. Pareciera que le hubieran dado esteroides para crecer. En la mañana del martes 24 de octubre, el calor y el frío empezaron persiguiéndose a 113 km/hr y en 12 horas la velocidad del juego era de 257 km/hr, más del doble. Tocó tierra y no amainó. Ningún observatorio meteorológico pudo prever este desarrollo explosivo. 

Hay tres tipos de modelos matemáticos (llamados espagueti) que calculan el crecimiento, desarrollo y velocidad de los huracanes. Están los dinámicos que se hacen en súper computadoras que calculan la trayectoria a partir de datos meteorológicos en tiempo real. Los estadísticos, analizan cómo se han comportado en el pasado los huracanes, en esa misma fecha y en ese mismo lugar. Y el tercero, el de conjunto, cruzan predicciones de varios modelos. Ningún modelo, ninguna supercomputadora, ningún experto meteorólogo pudo predecir el comportamiento de Otis. Esto los tiene muy preocupados. Normalmente los planes de protección civil están hechos para el crecimiento lento de los huracanes. Estamos acostumbrados a tener días para preparar a la población, movilizar refugios, abandonar la zona, preparar a los primeros respondientes, tener listos los fideicomisos. Aquí fueron horas.

Mucho se sabe de los huracanes del océano Pacífico, y se sabe aún más del comportamiento de los huracanes del océano Atlántico. Actualmente se tiene mejor tecnología para recoger datos, se cuenta con computadoras más poderosas, y los modelos espagueti tienen más información histórica. Aún así faltó información para descubrir la sorpresa de Otis. Pudiera ser que el mar estuviera más caliente, que las lluvias trajeran más agua fresca a la superficie del mar. El agua fresca es agua que no contiene tanta sal, como normalmente la tiene el mar. La sal, el sodio, cambia la carga eléctrica del agua, y eso pudiera modificar el intercambio de energía entre el agua (vapor) caliente del mar y el agua (fría) de las nubes, así como el viento.

Nos tomó por sorpresa a todos.

Lo que no fue sorpresa fue la lentitud gubernamental para reaccionar. Las decisiones de ir por tierra en una carretera destruida. De no tener fideicomisos para reconstruir el puerto de Acapulco y todo el daño en Guerrero, de un huracán categoría 5. No fue sorpresa que el cuarto de guerra fuera una improvisada parada en carretera donde se arremolinan los responsables de protección civil alrededor de una Suburban blindada en donde la persona menos capacitada para tomar decisiones, las está tomando, frente a los medios de comunicación.

Tampoco será sorpresa que sea la sociedad civil la que se organice para ayudar, como siempre lo ha hecho, nada más que ahora huérfana de una administración pública madura y responsable. Hay mucho por hacer. Tanto en analizar el sorpresivo y casi mágico crecimiento de Otis, como en ayudar a tantas personas que ahorita, de manera urgente lo requieren.

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@marilu_acosta

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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