Por Marilú Acosta
Al día más corto con la noche más larga del año se le conoce como solsticio de invierno. Solstitium, en latín, quiere decir sol quieto. El de verano es al revés: día más largo con la noche más corta. Entre ambos solsticios hay una lucha de la luz contra la oscuridad. Del verano al invierno, los días comienzan a acortarse paulatinamente por lo que la oscuridad va ganándole a la luz. De invierno al verano, la luz gana terreno sobre la oscuridad.
Estamos entrando a la luz.
Para la tradición judeocristianamusulmana, es el niño dios: Jesús, el que nace en el solsticio. Para los aztecas es el niño sol: Huitzilopochtli. Para los mixtecas, el dios sol era Taandoco o Ñuhu Nchikanchii. Para los zapotecas, Copijcha Tlatlauhaqui. Para los mayas Ah´Kin o Kinich Ahau. Para los romanos, Apolo. Para los persas Mithra. Para los inuit, Malina. Para los gauchos, Akewa. Para los incas, Inti. Para mesopotamia, Arinna, por nombrar algunos.