Por Mónica Hernández
¡Qué titular! Me refiero al desarrollo humano: pasar de niños a jóvenes y de ahí a adultos. No hay perdón para las estrellas infantiles/juveniles cuando crecen y dejan de ser ídolos e ídolas. Ha pasado tantas veces que ya deberíamos habernos concientizado para que no ocurra. Pero no. Hay que seguir metiendo el dedo en la llaga, seguir poniendo el dedo en el renglón y también hay que levantar el dedo índice (o el medio, que a veces hace falta) para denunciar lo que ya debería ser una regla de oro, un hábito a fuerza de repetirlo: del cuerpo ajeno no se habla. De ninguna parte del cuerpo ajeno se habla.
Miley Cyrus, Lindsay Lohan, Hilary Duff, Selena Gómez, Amanda Bynes, Demi Lovato y también Macaulay Culkin y hasta el mismísimo Michael Jackson cometieron el “pecado” de crecer. ¿O acaso es un delito? Yo me enamoré como una tonta de Shaun Cassidy hasta que se cortó la melena (y se casó con una mujer que era una figura mediática provocadora y le llevaba más de diez años en aquel entonces) y desapareció del mundo musical y de los pósters de las revistas de adolescente que conseguíamos en la fayuca (que tire la primera piedra quien nunca visitó Pericoapa o Perinorte). Claro que también desapareció de mi radar porque me dejó de interesar un señor casado que ya no cantaba ni se ponía jeans como mallas de ballet. Ralph Macchio tenía una melena interesante cuando hizo Karate Kid 1, 2 y todavía 3… pero cuando se la cortó, sus rasgos faciales también lo cambiaron y me dejó de gustar. Además y contra mi voluntad, yo también crecí y a los quince me gustaba más mi cercano vecino de banca que un actor que solo veía impreso en papel, photoshopeado y lejanísimo.
Solo recuerdo que crecieron y se volvieron hombres, aunque me dejaran de interesar. Les interesarían a otras o a nadie. Pero en ningún caso recuerdo que haya habido persecución ni cacería de ningún niño/joven por convertirse en hombre.
No es el caso de las mujeres.
Selena Gómez por engordar, por enrubiar, por perder un riñón. Lindsay Lohan y Amanda Bynes por beber alcohol y volverse “borrosas” y captadas en plena borrachera. Miley Cyrus por besarse y frotarse contra una mujer (entre otro montón de actividades que fueron pescadas en video). Hilary Duff por confesar problemas mentales (y por perforar las orejas a su segunda hija para ponerle unos aretes). Demi Lovato por drogarse. El problema no fue en ningún caso que tuvieran una vida privada que se hiciera pública: el problema radicaba (y radica) en que realizaron actividades de adultos cuando eran ídolos juveniles. No se les perdona crecer. Dejan de ser un ejemplo a seguir y se convierten en un blanco a atacar. ¿De verdad necesitamos “comer” carne humana? ¿Necesitamos los despojos ajenos para sentirnos mejor con nuestras vidas?