Por Mónica Hernández
Sigo con mis obsesiones y pensando en ellas, como todos. Para relajarme (ajá), visité la exposición de Bellas Artes, La revolución impresionista. De Monet a Matisse, del Museo de Arte de Dallas, que termina hoy domingo 27 de julio y que ha sido un éxito, a juzgar por las largas filas desde que abrió en marzo pasado.
Lo de un éxito fue mi impresión (nunca mejor dicho) por las filas que han tenido cada día. No pude conseguir los datos ni cercanos (nadie sabe quién los tiene y serán secreto de Estado, a menos que yo fuera una reportera autorizada por el gobierno federal o local, que no soy). Pero me dijeron que de martes a viernes habría entre dos y tres mil personas, y los fines de semana entre siete y ocho mil. El fin de semana que abrió, unas 10,000 personas; lo mismo que esperaban para este último fin de semana antes de desmontar todo, empacar y devolver las obras. Entonces estamos hablando de unas 30,000 personas admirando los cuadros. Mis cálculos fueron así: dieciocho semanas de cuatro días a 2,500 visitantes por día; dieciocho fines de semana de 7,500 (usé promedios), más dos fines de semana (el de apertura y el de cierre) de unas 2,500 más cada uno. Cuando se está adentro, se sienten muchas más, lo cual emociona al completo. Cuando uno piensa en los millones de personas que vivimos en la CDMX y en los miles de visitantes… treinta mil personas no parecen tantas.
¿Por qué a los seres humanos nos obsesiona el arte? Siempre buscamos algo que nos guste, que nos conmueva, que “nos diga algo”, aunque ese algo sea un rechazo, un asco. Necesitamos algo que nos inspire, algo que nos emocione, algo que nos haga identificar el alma como parte de nuestro ser. En el Eclesiastés 3:11 se menciona que todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. Leonardo da Vinci dijo que la pintura es poesía muda y la poesía es pintura ciega. ¡Cuánta razón tenía! Picasso, por otra parte, mencionó que la pintura es una “cosa” mental… y tal vez hacía referencia a Miguel Ángel Buonarroti, quien dijo que el hombre pinta con su cerebro y no con sus manos. En todo caso —y frases célebres aparte—, la pintura es una de las artes que nos hablan más sobre nosotros mismos que sobre quienes plasmaron sus ideas en un lienzo o sus pensamientos en una partitura. Y, sin embargo, el arte está para ponernos incómodos.
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