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Por Mónica Hernández

Skibidi… una palabra de uso común y muy corriente (ahora explico la razón) entre la generación Cero, la Alfa y la Zeta. La Millenial también ya se sumó. La usan mucho más niños que niñas, pero ya se sabe, los varones desde la más tierna infancia son devotos de la cuestión escatológica. Me refiero sí, a que desde muy pequeños, a la mayoría de los hombres palabras como “pipí”, “popó” o “caca” les sacan carcajadas (contra las caras de desconcierto de sus contrapartes femeninas, que no le vemos la gracia). Lo que más tarde degenera en hablar de excrementos, de desechos, de mierda. Skibidi-toilet es un símbolo que para cuando leas esto tendrá cerca de 70 mil millones de visualizaciones en internet, redes sociales, etc. a nivel mundial. Incluso en el WhatsApp de tus hijos adolescentes (también los de 11 y 12 años, aunque se supone que es para mayores de 13). 

Skibidi-toilet o Inodoro esquíbido, como prefiere la RAE que se mencione es, nada más y nada menos, que una taza del excusado/váter/inodoro/ídolo de porcelana con una cabeza humana dentro. Es un WC “malvado”, que se usa para descalificar un comentario, una persona, una situación o simplemente, para manifestar que algo no te agrada. El Skibidi Toilet arrancó en YouTube, una serie animada que pretendía ser cómica, creada con herramientas de animación por computadora creación de un joven Alexey Gerasimov (tiene 25 años, pero hace animación por computadora desde los 16). Skibidi-toilet lleva 19 temporadas, gracias a millones de suscriptores en todo el mundo. Sí. En TODO el mundo. Miles de mexicanos pubertos y no tan pubertos también.

¿Qué tiene Skibidi Toilet que atrae a tantos millones de personas? Los ingredientes mágicos de siempre: música pegadiza, brevedad de contenido y de mensaje, elementos de misterio que dejan inquieto al espectador, además de la combinación bizarra de personajes en situaciones cuasi-familiares. No digo que no tenga una pizca de suerte, pero ya se sabe. La suerte es para quien la trabaja. Unos inodoros con cabezas humanas (sí, metidas donde usualmente estarían las posaderas) luchan contra personajes “malvados” quienes en lugar de cabezas… tienen dispositivos electrónicos. Es un muy extraño híbrido de caricatura de las de siempre con los elementos actuales y virales del TikTok. Los espectadores opinan y se convierten en creadores de más contenido, alimentando la serie, la interacción, el reclutamiento de views y de fieles seguidores. Inquietante. La interactividad y el algoritmo lo son TODO el día de hoy. Para los adultos, desde luego, es aburrida, repetitiva, pésima y sólo pierdes tu tiempo con ella (los WC repiten sin cesar “Brr Skibidi Dop Dop Dop Yes Yes”. 

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