Document
Por Mónica Hernández

Acabamos de pasar sobre un día de esos que llamo “de tregua”, en que los mexicanos somos amables (como solíamos ser) con nosotros mismos y entre nosotros mismos. Las fiestas patrias son el pretexto para reunirnos, para beber en compañía, para dejar nuestras diferencias a un lado, aunque sea por unas horas. Tal vez por esto es que me gusta el último cuatrimestre del año: las oportunidades para dar y recibir tantita amabilidad se multiplican (viene el jalowin, el día de muertos y la navidad, que a pesar del tráfico demencial y las aglomeraciones, no deja de provocar un ambiente festivo y ligeramente relajado). Pero no han sido días fáciles. No hay un rincón en el planeta donde uno se pueda esconder del horror.

Hace pocas semanas, un video viral de TikTok desenmascaró a una pareja de adultos-adúlteros en pleno concierto de ColdPlay en Boston. Fueron masacrados en redes por miles de millones de habitantes de este planeta. A favor, en contra, de burla, de meme o de lo que fuera, todo el mundo tuvimos una opinión sobre el incidente. Sí, es un asunto privado y estaban exhibiéndose en un lugar -muy- público. Pero la cacería que se desató tras ellos fue desproporcionada. La infidelidad es un asunto de ambos y de sus parejas. Pero el escarnio no fue público, sino masivo como si la época de las letras escarlatas, que se cosían a la ropa de las mujeres infieles estuviera vigente y no fuera cosa del pasado. Un escándalo mundial.

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.