Aquelarre año uno

Sí, las cofradías de mujeres sí existen. Si lo de anoche puede llamarse Aquelarre, celebro que lo viví.

Aquelarre año uno
Mónica Hernández Mosiño

Por Mónica Hernández Mosiño

Dicen los que saben que el tiempo no existe y sin embargo, lo contabilizamos, lo deshebramos, lo exprimimos. Creemos que podemos suspenderlo en el espacio y detenernos en él, guardándolo como un tesoro. A veces lo logramos. La noche del viernes 22 de abril pude presenciar ese acto de magia. La razón o pretexto era lo de más pero terminó siendo lo de menos: una reunión para celebrar el primer aniversario del germen de Opinion 51. Aquelarre, le dicen a una reunión de mujeres peligrosas, esas que leen, que piensan, que actúan. En este caso, además escriben.

La noche fue generosa y nos regaló un cielo profundo y fresco que nos envolvió. El marco lo puso una mujer que sabe tejer sabores, combinar emociones en texturas que explotaron en nuestras lenguas en cada bocado bajo luces tibias que nos abrazaron. Existe una estrella satélite, alrededor de la cual giramos todas, cada en su órbita. Mujeres Alfa, Beta o Kappa, cada una valiosa y sobresaliente en su área de especialidad y en otras muchas que se fueron desdoblando mientras hilvanábamos las horas. Nos llaman brujas porque sabemos leer debajo de la piel. Sí, intercambiamos recetas de cocina saludable, tips de ejercicios y meditación, remedios para dolencias femeninas que atañen no solo al cuerpo, sino al alma. Por debajo de anécdotas personales, familiares y laborales, se abrieron camino las ánimas, espíritus que salieron por la boca, por los ojos y nos tensaron las fibras sensibles, esas que en un momento nos emocionan hasta cerrarnos la garganta, echando fuera lágrimas y risas, todo al mismo tiempo. Todas fuimos suma de esfuerzo e ilusiones, esperando multiplicar alcances. Nada de restas, ninguna división.

¿Qué ocurrió esta noche? Entendí que si bien no somos ajenas a los sentimientos naturales de competencia ni de sus primas la envidia, los celos y demás parientes, aprendí que entre mujeres podemos sentirnos seguras, confiadas, hermanadas. Sabemos que alguien nos escucha, que alguien nos entiende, que ha vivido nuestra vivencia, que tenemos recuerdos comunes e incluso compartidos. Nos escuchamos unas a otras, a veces dentro de esa cualidad femenina de hablar al mismo tiempo, sin dejar de oír, de sentir, de ver y de mirar, que no son sinónimos, sino complementos. Encontré un espacio donde unas animan a otras, donde unas apoyan a otras, aún sin conocerse cara a cara. Para la mayoría fue un viaje de descubrimiento de facciones, un reconocimiento de corazones que se conectan hace tiempo en ese espacio que no tiene puertas, ni ventanas, pero entra al cuerpo por los ojos cada día. Sí, las cofradías de mujeres sí existen. Si lo de anoche puede llamarse Aquelarre, celebro que lo viví.

@monhermos

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