El repuesto o A la Sombra

Me llegó el libro de Harry Windsor, o como se quiera apellidar. Lo leí en dos días porque no hay nada profundo, menos aún, algo que lo rete a uno a pensar.

El repuesto o A la Sombra
Mónica Hernandez Mosiño
Por Mónica Hernández Mosiño

Caí, lo confieso. Compré el libro en preventa y me llegó, puntual, el día del lanzamiento. Me negué durante días a darle mi dinero a quien consideraba de antemano, díscolo, irresponsable e inmerecedor de mis pesos, a cambio de meterme en su cabeza y husmear en la vida privada de quien ni me va ni me viene. Me llegó el libro de Harry Windsor, o como se quiera apellidar. Me consolé con haber pagado lo más barato de las opciones que había. Lo leí en dos días porque no hay nada profundo, menos aún, algo que lo rete a uno a pensar. Es como leer una serie ininterrumpida de notas de diarios sensacionalistas, así, ligeras, con poca forma y nada de fondo.

Más confesiones: era exactamente lo que me esperaba, dado que no había sido ajena a miles de comentarios, videos y señalamientos, en especial, los que se dieron a raíz de “filtraciones” anticipadas, con toda probabilidad intencionales, lo mismo que la “venta por error” en alguna librería en España. No, no ví la dizque serie, o docuserie o reality o lo que hayan pretendido ser. No la veré. Ya con los retazos de entrevistas de promoción del libro y las 416 páginas (en inglés, 560 en español porque ya se sabe, el español es un idioma más rico en palabras) tuve suficiente.

¿Chisme? Sí, lo confieso. Y morbo. Mucho morbo. No soy monárquica pero entiendo la función social que cumple una monarquía tan antigua en un país que tiene enraizadas las tradiciones como lo es el Reino Unido. Una familia que puede rastrear a sus antepasados hasta el siglo IX llama toda mi atención, a mí, que solo tengo el nombre de pila de una sola de mis ochos posibles tatarabuelas y tampoco tengo completos los apellidos de mis bisabuelos (cosas de las guerras).

Con tanto “pedigrí”, una esperaría encontrar cierta dignidad en unas personas que se han esforzado durante siglos por mantenerla, aunque fuera oculta tras los muros de sus palacios. Pero no. Nada. Y eso que he visto la serie “The Crown” y sabía de la ignorancia de estas personas, convertidas en personajes, pero no estaba lista para aburrirme como lo hice leyendo el libro. ¿Qué me deja? Aprendí que la envidia y la rivalidad entre hermanos es real (¡vaya! No que no lo supiera desde que tenía un año y meses y nació mi hermana), que las enfermedades mentales existen y que el uso habitual de drogas consume el cerebro. ¡Ah! Y que hay gente que va por la vida exigiendo respeto sin ofrecerlo a los demás (igual que muchos adultos no-adultos se aferran a los privilegios sin el previo pago de las responsabilidades que conlleva). Toda una lección de sabiduría.

Sí, el que redacta (todos saben que se utilizó a un escritor -ghost writer en inglés) es una persona que despierta simpatías por su infeliz niñez (de la que salió en estampida a los doce años con la muerte tan pública de su madre), pero ninguna compasión por las decisiones que ha tomado ya de adulto. Otro caso de un hombre con una (o varias) enfermedades mentales, a las que ha auto-recetado drogas de todo tipo, mezcladas con alcohol. Una víctima que se autocompadece a sí mismo en busca de culpables por lo que le ha ocurrido en la vida. Alguien que no acepta haber cometido errores en su vida… Si quieren leerla, adelante. Deja el regusto de estar recibiendo carretadas de dólares por hablar mal de los demás, sin darse cuenta tal vez, que al hacerlo habla peor de sí mismo.

Y vuelvo al escritor fantasma. John Joseph Moeringher, que solo aparece en los agradecimientos, fue quien más llamó mi atención (su nombre de pluma es J.R. Moeringher, por alguna curiosa y ajena razón). Es un novelista, periodista y escritor de 58 años, ganador del Premio Livingston en 1997 (¡tenía 33 años!), el prestigioso Pulitzer en el año 2000 y en 2001, el Nieman Fellowship. Colaboró con el New York Times y Los Angeles Times. Autor de una especie de biografía llamada The Tender Bar (o el Bar de las Grandes Esperanzas), que rápidamente se volvió guión de película y la dirigió nada más y nada menos que George Clooney. Pasó sin pena ni gloria, pero el libro es bueno y divertido. Quiero decir, John Joseph sabe escribir y lo hace muy bien. André Agassi lo contrató para escribir sus memorias y son mucho mejores que las de un príncipe resentido y envidioso. También las de Phil Knight, que tal vez no se sepa, pero es el fundador de Nike, otra “autobiografía” que tal vez, solo tal vez, resulte más interesante que el libro que recién terminé.

Soy lectora compulsiva y no pude dejar pasar un libro en oferta (o eso decía la pre-venta). Me quedo con que hay que leer para formarse una opinión, tal vez para compartirla.

@monhermos

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