Document
Por Nadia Rodríguez Martínez

Tal parece que la insistencia —que para algunos raya en necedad— es característica de quienes no cesan en el esfuerzo de promover el arte no como diversión, sino como forma de vida. Y lo hacen con muy pocos recursos y una gran necesidad de difusión para lograr que el mayor público posible se interese por apreciarlo o practicar alguna disciplina.

Las manifestaciones artísticas nos devuelven a nuestra humanidad, nos recuerdan que somos seres vulnerables y sensibles capaces de conectar con el mundo que nos rodea más allá del estrés diario por el trabajo, las noticias, la locura de las calles, el hipnotizante celular y las redes sociales absorbentes. Simplemente detenernos unos cuantos minutos para leer y concentrarnos en silencio en una novela, un cuento o lo que sea, ayuda a nuestro organismo a enfocarse y relajarse. Incluso nuestra respiración se vuelve más consciente porque no hay distracciones: solo un libro, una bebida caliente y nuestro sillón preferido o la cama antes de descansar.

La ciencia también ha demostrado los beneficios sobre nuestro cuerpo. Hace algunos días, especialistas de los institutos de Fisiología Celular y Neurobiología de la UNAM dieron a conocer el proyecto “Afinado”, cuyo objetivo es comprobar que el arte influye en las funciones del cerebro. Basta con poner a la gente a pintar o tocar algún instrumento. El estudio, aplicado en Juriquilla, Querétaro, a personas de entre 40 y 80 años, ha mostrado que los participantes se sienten más contentos y descubren habilidades que pensaban no tener.

Aunque este noble proyecto científico multidisciplinario se enfoca en mejorar la calidad de vida de adultos y adultos mayores, también nos recuerda que, a cualquier edad, la pintura, la música o la danza pueden hacernos sentir vivos, afinando los sentidos y desarrollando capacidades.

Lamentablemente aún pensamos que la educación artística no es tan importante, que es cara y solo sirve para entretenernos un rato. No es así. Basta con abrirle la puerta a cualquier disciplina en la que nos sintamos a gusto y simplemente practicarla. No buscamos ser bailarines profesionales ni dar conciertos de guitarra o violín: la idea es hacer cosas que nos hagan sentir mejor.

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.