Por Nurit Martínez
Durante 29 años funcionó el examen único para ingresar a las escuelas de bachillerato ubicadas en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, y a partir de esta semana iniciará el nuevo proceso que busca transformar la meritocracia por un examen segmentado y así ingresar a alguno de los dos bachilleratos con mayor reconocimiento social que ofrecen la UNAM y el Politécnico.
El solo anuncio en febrero hizo que la demanda en esas dos instituciones regresara a niveles de mediados de los años 90, cuando se creó el llamado examen único y la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems). Es decir, 124 mil 181 eligieron entrar a ambas instituciones; según la Secretaría de Educación Pública, se ofrecen solo 57 mil lugares.
Con ello no acaba el añejo problema al que se esquiva llamar rechazados, no ingresados, excluidos. Los números arrojan que, con este nuevo modelo presidencial denominado ¡Mi derecho, Mi lugar!, en este año tendríamos alrededor de 67 mil alumnos que no lograrán un lugar en alguna de las dos instituciones que anhelaban.
Sea que las y los jóvenes busquen ingresar para seguir la tradición familiar de ir a una preparatoria, un CCH o vocacional; que el objetivo sea ingresar para evitar enfrentarse más adelante con otro examen y prefieran ser beneficiados del pase reglamentado a la licenciatura en el caso de la UNAM.
Entre otras razones que se escuchan está el querer ser, en sus familias, los primeros en lograr la hazaña de ingresar a alguna de las dos instituciones; e incluso, porque reconocen la calidad de los estudios en ambas, son parte de los argumentos que por décadas hicieron que la UNAM y el IPN sigan en la preferencia de los egresados de secundaria.
Tres décadas no fueron suficientes para que el Estado mexicano, a través de la SEP, hiciera que la calidad de los servicios educativos de otras siete instituciones que tienen sedes en la Ciudad de México y los municipios conurbados del Estado de México, Morelos, Hidalgo y Puebla mejoraran sus instalaciones, fortalecieran sus grupos docentes y, más aún, probaran ante la sociedad que el presupuesto hizo de ellas alternativas atractivas para continuar estudios superiores o de opción terminal técnico.
SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...