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Por Nurit Martínez

A mitad de semana iniciará un nuevo rumbo en el mundo católico con el inicio del cónclave que, desde el Vaticano, elegirá al sustituto de Francisco. Tanto las congregaciones de sacerdotes y monjas como los creyentes hoy parecen vivir en mundos diferentes, o en un catolicismo que varía según la estructura de la Iglesia a la que pertenecen.

Durante más de ocho años, Jorge Mario Bergoglio, el Papa argentino, buscó, desde la sencillez, la humildad y la austeridad del mundo franciscano que él interpretó a su manera, que la Iglesia que lideraba pudiera atender y reinterpretar muchos de los fenómenos que hoy son centrales en la convivencia global: migración, diversidad sexual, violencia hacia las mujeres, abuso sexual cometido por jerarcas y sacerdotes, así como el abandono de niños.

Una forma inusual de ver al mundo, pero que tampoco rompió con aspectos centrales de una Iglesia tradicionalista en la que cada vez hay menos jóvenes que acuden a las diócesis; donde el uso de imágenes y la religiosidad popular cubren a quienes han cometido diversos delitos, como ocurre hoy con cientos de miles de seguidores de Judas Tadeo.

Por ello, y a pesar de encabezar la religión con el mayor número de seguidores —más de 2,300 millones de personas—, el cuestionamiento sobre el establishment es cada día más profundo debido al silencio de curas, monjas, obispos y cardenales ante la corrupción, la operación de pandillas, el crimen organizado, el tráfico de órganos, la desaparición y el abuso de menores, la trata de personas, el desplazamiento de poblaciones enteras.

Silencio también ante la violencia hacia las mujeres, los feminicidios, las mutilaciones genitales o ablaciones en África, la falta de solidaridad y acción frente a las desapariciones, y la indiferencia hacia las madres buscadoras en España, Argentina, Chile y México, por mencionar algunos países.

El Papa que requiere el mundo no es uno del silencio frente a las atrocidades. Mahatma Gandhi dijo: “Lo más atroz de las cosas que hace la gente mala es (lograr) el silencio de la gente buena”.

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